De un soplido pasaron los días en que celebramos la
Natividad de Jesús. Da la impresión de que fue ayer que nos fuimos a dormir ya
a punto de celebrar este acontecimiento y nos levantamos hoy con la noticia de
que ya estamos en una fecha posterior, ¡cómo pasa el tiempo! ¿alguien le puso
el turbo al calendario?.
Quizás hemos andado un poco locos y
llenos de agobios buscando cuidar todos los detalles (la mayoría de las veces
sólo materiales) que nos hagan sentirnos bien o con la sensación al menos de
haber "cumplido" y... poco más.
Navidad... era otra cosa.
Era otra cosa. Jesús la vivió de manera bien
distinta, bien lo sabemos pero parece como si no lo hubiéramos entendido:
- No nace en un palacio o casa de ricos con todas las comodidades imaginables y con todos los detalles a la perfección. Nace como un sin-techo.
- Casi nada más nacer sus padres han de huir del lugar porque peligra su vida; han de salir incluso de su país para salvar la vida del pequeño. Sus primeros pasos de la infancia son la experiencia de todos los emigrantes y refugiados que hoy hacen lo mismo para dar continuidad a sus vidas.
- Y a su regreso llegan a Nazaret donde este Jesús seguiría creciendo al amparo de sus padres de la misma manera que cualquier otro niño del lugar, Nazaret, en estatura, sabiduría y en Gracia de Dios. Pasando como uno de tantos, en el más sencillo anonimato. Punto.
¿Nos sirve el modo en que celebramos la Navidad para educar a
nuestros hijos en lo que ella significa?, ¿en qué sí y en qué no?; ¿son nuestras
conductas adecuadas a lo que queremos que nuestros hijos capten?, ¿qué otras
podrían haber sido mejores?; ¿qué creemos que les estamos transmitiendo con
nuestro modo de celebrar este acontecimiento?.
Los regalos.
No está mal compartir regalos, no es ningún
despropósito que queramos provocar la alegría en aquellas personas a quienes
hacemos llegar éste o aquel regalo,... todo eso está muy bien. La cuestión no
está en esa buena intención, la cuestión está en la lectura que hacen nuestros
hijos de todo esto y del modo global en que vivimos la celebración de estos
días y cómo lo concluímos... con este gran estallido que por una parte nos
deslumbra o aturde y por otra... nos deja con la sensación de que... ya todo
terminó, como en las tracas valencianas.
- ¿Educamos con nuestros regalos? o... ¿atiborramos de regalos?.
- ¿Atendemos a lo que nuestros hijos necesitan? o... ¿respondemos sólo a sus demandas explícitas?.
- ¿Planteamos alguna correspondencia entre nuestros regalos y los que Jesús recibió? (que sepamos que antes de los presentes que los Magos de Oriente entregaron a Jesús él recibió otros regalos; sepamos también que los regalos de los Magos de Oriente no eran simples regalitos, tenían un significado especial, no eran cosas para quedar bien ni sólo para agradar).
Antes de las Navidades, en los colegios se suele
pedir a los niños que "compongan tarjetas navideñas"; luego se suelen
hacer concursos y se resaltan aquellas tarjetas más votadas por todo el
alumnado, profesorado y demás miembros de la comunidad educativa del centro
escolar.
¿Quieren saber cuál es el dibujo que más abunda en
esas tarjetas?, ¿sÍ?... pues los regalos, señores y señoras, cajas y cajas de regalos
muy bonitos, bien empaquetados, el 80% son tarjetas que sólo tienen eso; el
resto se reparte entre el papá noel, santa claus y el arbolito; podría decirse
que sólo un 2% suele dibujar sencillamente a Jesús con María y José, sin más.
¿Qué significa esto para nosotros?. ¿Cómo estamos
educando para que nuestros hijos entiendan la Navidad casi sólo de esta
manera?.
Puede que alguno esté diciendo ahora:
- "¡Ah!, ¡qué bonito!, ¿no podían ustedes haber
dicho esto antes de estas fechas navideñas?, ¿qué sentido puede tener decirlo
ahora que ya todo está hecho?".
Pues sí, tiene todo el sentido porque esto que se
constata no es cosa que suceda en estas fechas, sucede a lo largo del año
también: es sólo el fruto de la trayectoria o proceso que estamos siguiendo.
Y también, aunque hayamos hecho conforme hayamos
hecho, siempre queda lo que cada cual quiera añadir, cambiar,... además de darle a todo el
significado que entendía que debía darle; siempre queda la posibilidad de
revisar nuestro proceder, introducir cambios y reorientar nuestra historia.
Proponemos esta dinámica:
- Pidamos a nuestros hijos que hagan una lista, lo más larga que puedan, en la que mencionen regalos que recibimos todos los días y que no le cuestan un céntimo a nadie.
- Cuando ellos hagan la puesta en común de esos listados comentémoslos con amplitud y detalle: tanto el conjunto de elementos que ellos hayan descubierto como también sus dificultades o facilidad en detectar esos regalos gratuitos -muchos de los cuales son además imprescindibles para poder vivir-.
- Propongámosles a nuestros hijos que piensen en lo que sería nuestra vida sin esos regalos y lo expresen de alguna manera: un dibujo, un mimo o dramatización, o simple expresión verbal.
- Hagamos diálogo todos juntos de toda la riqueza compartida y busquemos unas conclusiones que puedan ser prácticas también, no sólo teóricas, que no quede todo sólo en palabras.
Quizás tras este diálogo hallemos muchas otras
pistas de cómo seguir a continuación, especialmente orientado a crear nuevas actitudes.
Somos sus padres, somos sus primeros y principales educadores y tenemos una
responsabilidad ineludible e insustituible; la escuela, la parroquia,... nos
pueden ayudar -para eso están- pero somos nosotros quienes llevamos el timón de
nuestra familia.
Por nuestra parte queremos seguir apoyando la labor
que a los padres y madres nos compete aportando a continuación alguna idea
más:
- REALISMO: Tenemos lo que tenemos y nuestras
posibilidades son las que son. Evitemos embarcarnos en gastos, compras, que
supongan tal hipoteca de nuestras vidas que ello nos lleve a desatender lo
fundamental; no temamos hacer diálogo con nuestros hijos sobre ello porque es
así como les educamos también a valorar lo que es esencial por encima de lo que
es secundario.
- GRATUIDAD: Las mejores cosas de la vida no se
pueden comprar con dinero. Seamos agradecidos y expresemos ese agradecimiento
explícitamente por cada día que estrenamos, por el aire que aún podemos
respirar, por poder ver, oir, caminar,... por poder amar y recibir amor,...
porque es así como educamos a nuestros hijos a valorar lo que ya tienen en
lugar de lamentarse por lo que dicen no tener.
- LIBERTAD-RESPONSABILIDAD: Podemos hacer conforme
creamos con aquello que decimos tener pero dependerá del trato que le demos a
eso que tenemos para que ello nos sirva mejor o peor. Somos libres de usar las
cosas, los bienes,... pero somos responsables también de sus consecuencias. Si
los adultos actuamos de esa manera no será difícil educar a nuestros hijos en
ese binomio; hagamos diálogo sobre estas dos cualidades que andan siempre tan
unidas: les servirá para toda su vida.
- ...
Es decir, hagamos hincapié en el SER PERSONAS más
que en el TENER y basemos en ello nuestra alegría de vivir porque es este regalo el que siempre nos va a durar y el único que es capaz de
crecer con el paso del tiempo... sin que jamás nos cueste un céntimo y sin
embargo mantenga siempre el máximo valor.
PARA AMPLIAR, CONTRASTAR O PROFUNDIZAR:
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