Nieves
González Rico, casada y madre de dos hijos es doctora en Medicina, máster en
Sexología y experta en Educación Afectiva y Sexual y en Métodos Naturales de
Reconocimiento de la Fertilidad.
Dirige
el Centro de Orientación Familiar de la diócesis de Valladolid y es también
directora de la Fundación Desarrollo y Persona (www.desarrolloypersona.org),
entidad dedicada a la educación afectiva y sexual que a lo largo de varios años
ha abarcado con su actividad anual una media de más de 10.000 personas.
Es
autora del libro "Hablemos de sexo con nuestro hijos", publicado por la editorial
Palabra y codirectora de la publicación y del Proyecto “Aprendamos a Amar”, de
ediciones Encuentro y editorial CEPE.
-
Impartís cursos sobre afectividad y sexualidad a jóvenes de entre 12 y 18 años
de edad. ¿Qué “enseñáis” que ellos ya no sepan?.
- Es
verdad que los adolescentes y jóvenes de hoy en día tienen mucha información a
su alcance en todos los sentidos, también en temas sobre sexualidad, aunque más
bien en una sexualidad reducida a genitalidad. Sin embargo, en la experiencia,
vemos que esta “facilidad” para tener información no se traduce en una
formación que les lleve a madurar, sino que por el contrario, la información
sin una verdadera educación del corazón y de la responsabilidad puede, en
algunos casos, dificultar vivir en verdad el afecto y la sexualidad.
»Pienso
que es fundamental acompañar el camino de los adolescentes y jóvenes para que
aprendan a amar, que es lo que va a determinar, al final, la posibilidad en su
vida de ser felices. Esto es lo que les proponemos nosotros en la Fundación
Desarrollo y Persona: ayudarles a descubrir que en todo lo que hacen y buscan,
a veces de modo equivocado, existe en el fondo un deseo de ser queridos y
valorados; en definitiva, de encontrar a alguien que les prefiera y a quien
poder darse.
»Enseñamos
que la sexualidad no es tanto “hacer cosas”, sino una dimensión de la persona
que nos permite ser y estar en el mundo como hombres o mujeres capaces de amar
y ser amados, de vivir y transmitir la vida.
-¿Qué
es lo que más les preocupa?. ¿Y a los chicos?. ¿Y a las chicas?.
- Hacen
muchas preguntas sobre los posibles riesgos de la sexualidad: embarazos
imprevistos, eficacia de los métodos contraceptivos e infecciones de
transmisión sexual, porque junto a la visión idílica y ficticia de las relaciones
afectivas y sexuales que en ocasiones transmiten los medios de comunicación, el
mensaje que reciben muchas veces es de
frustración, fracaso y enfermedad. De hecho, nos enfrentamos socialmente a
estas dificultades anteriormente descritas ya que la sexualidad es un don, pero
existen conductas de riesgo.
»Tanto
a chicos como a chicas lo que más les interesa es aprender a aceptarse tal y
como son, a quererse a sí mismos, a mostrase sin fachadas y acercarse
adecuadamente a la persona que les resulta especialmente significativa. Desean
aprender a afrontar los pequeños o grandes desengaños que algunos ya
experimentan, a diferenciar atracción de enamoramiento y necesitan saber cómo
situarse adecuadamente ante el grupo de amigos y sus expectativas. Los chicos
manejan un lenguaje en ocasiones distinto a las chicas, pero en el fondo, los
deseos son los mismos.
-
Anticonceptivos, castidad... ¿qué enseñáis sobre esto?.
- La
propuesta que realizamos coincide con la sabiduría que nos transmite el
Magisterio de la Iglesia con el que nos sabemos en profunda comunión. La
castidad es una virtud, por tanto una excelencia humana, que permite integrar
la sexualidad en la persona y ordenarla al servicio de un amor verdadero. Es un
hábito bueno que facilita ser mirados y tratados conforme a nuestra dignidad y
como todo hábito se entrena en los jóvenes a través de la amistad y se vive en
el noviazgo.
»Cuando
la virginidad no se explica desde la norma que oprime, sino desde la grandeza
que supone guardar la intimidad del propio cuerpo, valorar la capacidad de
poseerse para, en un futuro, poder donar no sólo el cuerpo sino la vida entera
en el matrimonio, el joven lo comprende.
»No es
lo mismo decir “te quiero” que decir “sí, quiero” y para comprometerse hay que
madurar. Lo mismo sucede con la fidelidad. Cuando uno se enamora y comienza a
salir descubre que tiene el deseo de “durar” que es, en definitiva, reflejo del
deseo de eternidad, y tiene deseo de fidelidad. Pero un corazón fiel también se
va educando en las pequeñas cosas de cada día en este tiempo precioso que es la
juventud.
»Aunque
también es cierto que, cada día más, tenemos en las aulas adolescentes y
jóvenes muy heridos, que han sufrido enormemente en medio de conflictos
familiares y son escépticos a una propuesta que choca con su realidad diaria y
que no saben cómo integrar.
- En
algunos países, como Estados Unidos o Inglaterra, pero también Polonia, Brasil,
crece entre los jóvenes el voto de castidad antes del matrimonio (especialmente
en Iglesias protestantes). Poco a poco se está imponiendo también la tradición
del “anillo de pureza” o “de castidad”. ¿Es necesaria la vuelta a valores de
este tipo?.
- Creo
que muchos jóvenes (y también adultos) han experimentado que no son las
relaciones sexuales, por numerosas que sean, las que pueden llenar el corazón
humano. La vida es la búsqueda, a veces por caminos equivocados, de un amor
hermoso; por tanto, retomar constantemente lo que nos ayuda a aprender a amar
siempre es un bien.
»La
virginidad es saber guardar la intimidad del cuerpo para entregarla a la
persona a la que se entregará la vida en una relación total, fiel, definitiva y
abierta a la fecundidad. Esto es el matrimonio. El “anillo de pureza” es un
signo externo que puede ayudar a tener presente este deseo profundo del corazón
para no rebajar su anhelo.
»Pero es
esencial educar con una mirada de misericordia. Así nos ama Dios. Somos más
grandes que nuestros actos, más grandes que nuestros errores y somos amados con
un Amor que vence con el bien al mal. Por eso cada día se puede recomenzar. La
virginidad, al ser una dimensión de la persona, puede ser recuperada y este
anuncio llena de esperanza a muchos jóvenes.
-En tu
experiencia, ¿has visto diferencia en la acogida de estos cursos dependiendo si
el centro es público, concertado o privado?.
- En
principio, la dificultad para impartir nuestros cursos en centros estatales se
debe fundamentalmente a que la decisión sobre actividades complementarias en
los centros educativos está centralizada en la consejería de educación
correspondiente.
»Lo más
frecuente es que trabajemos con centros concertados o privados, de ideario
católico, en los que la decisión de los talleres impartidos en las aulas
depende de la dirección del centro y en los que la orientación y los contenidos
de nuestra actividad coinciden con la propuesta del centro.
-Impartís
cursos también a profesores. ¿En qué se diferencian respecto a los de los
chicos?. ¿Es más fácil?.
- Desarrollo
y Persona realiza una actividad muy significativa en la formación del
profesorado, ya que nos dedicamos fundamentalmente a la formación de
formadores. Los profesores están a diario entre sus alumnos, perciben sus
necesidades, les escuchan día tras día, se alegran con sus progresos y sufren
con ellos ante las situaciones familiares dolorosas que les afectan.
»Son
conscientes de la importancia del afecto en el proceso educativo, pero
necesitan formación, contenidos y herramientas que les faciliten el encuentro
con sus alumnos y un diálogo concreto, cercano y real en torno a la sexualidad.
Vienen a los cursos con una gran motivación, participan activamente desde su
experiencia docente y suelen hacer un camino personal de enriquecimiento de la
propia vida que no imaginaban al comienzo. Es muy gratificante.
-Alguna
pregunta que te haya sorprendido especialmente, o alguna inquietud que sea
recurrente en los jóvenes…
- Recurrente
en los púberes (11-14 años) es la preocupación por los cambios físicos, la
imagen corporal y el “tamaño” o medidas que se supone que todo debe tener. Los
adolescentes ya están a otro nivel. Sus preguntas se centran en diferenciar
sentimientos, lograr que se fijen en ellos y tener éxito en las relaciones
interpersonales. Preguntas sorprendentes hay muchas cada año. Unas por
simpáticas y otras por dramáticas.
-La
Iglesia y, con Iglesia quiero decir también el pueblo que forma la Iglesia,
tiene un gran desafío ante sí vista la ideología de género que se está
intentando imponer, los matrimonios homosexuales, la educación sexual basada
sobre el género en los colegios, etc. ¿Cómo podemos ayudar a nuestros hijos a
discernir en este ámbito?.
- Los
padres son los primeros y fundamentales educadores de los hijos y están
llamados a transmitir la mirada sobre la vida y la realidad que les parece más adecuada
para ellos. ¿Cómo hacer?. Es importante mantener un diálogo abierto y franco con
los hijos desde la edad más temprana para poder responder preguntas, aclarar
situaciones y explicar las dudas que surjan en la vida cotidiana en su entorno
escolar, de amistad o a través de los medios de comunicación.
»Se
trata, con paciencia, de ayudarles a reflexionar, a juzgar y a no buscar lo más
frecuente ni lo más fácil, sino lo más verdadero. Es importante escucharles con
atención y, desde la realidad en la que están, comprender y caminar. Los
padres, para educar, necesitamos también ser constantemente educados y
acompañados, ya que todos respiramos el ambiente que la ideología de género
trata de imponer.
-
Háblame de la Asociación: ¿cuántos cursos impartís al año, cuántos formadores
sois, notáis que ha habido un incremento en la demanda de cursos, etc.?.
- La
Fundación Desarrollo y Persona es una organización sin ánimo de lucro, de
ámbito nacional. La sede central está en Valladolid pero cuenta con un equipo
de profesorado en varias ciudades españolas, como Madrid, Barcelona, Burgos,
Palencia, Cáceres, Lugo y Segovia que se desplazan a otras ciudades que lo
soliciten.
»El
pasado curso escolar 2012/2013 llegamos a más de 16.000 personas, de la cuales
11.000 eran jóvenes alumnos en los diversos talleres y casi 1.000 participantes
en los cursos de formación de monitores de educación afectiva y sexual y
formación de profesorado. El resto corresponde a encuentros de padres y
conferencias.
»La
existencia misma de la Fundación, de la riqueza de su propuesta educativa que
se extiende pese a la escasez de recursos con los que debe trabajar, es un
milagro por el que damos gracias a Dios cada día. Es Él el que ha comenzado
esta obra buena y la va llevando día a día.
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