martes, 4 de febrero de 2014

Si le quieres... díselo, que lo note.

Hay momentos en que somos tímidos para expresar el amor que sentimos, por temor a avergonzar a la otra persona o avergonzarnos nosotros mismos, dudamos de decir "te quiero" y tratamos de comunicar la idea en otras palabras.
Decimos "cuídate", "no conduzcas rápido", "pórtate bien". Pero realmente, éstas son diferentes maneras de decir "te quiero" , "eres importante para mi", "me importa lo que te suceda", "no quiero que estés mal".
A veces somos muy extraños. La única cosa que queremos decir y la única cosa que debemos decir, es la única cosa que no decimos.
Y aun así, porque el sentimiento es real y la necesidad de decirlo es tan fuerte, usamos otras palabras y signos para decir lo que realmente queremos decir. Y a veces el significado no se comunica del todo, y la otra persona se siente ignorada y no-querida.

Escuchar el amor.

Por ello, ESCUCHEMOS EL AMOR en las palabras que las otras personas nos dicen. Algunas veces las palabras explícitas son necesarias, pero con mayor frecuencia, la manera de decir las cosas es aun más importante. Un apodo dicho cariñosamente porta mayor afecto y amor que los sentimientos que son expresados de manera poco sincera. Un abrazo o un beso impulsivos dicen "TE AMO", y aun cuando las palabras digan algo diferente. Cualquier expresión de preocupación de una persona por otra dice "te quiero". A veces la expresión es vulgar, a veces incluso cruel. A veces debemos mirar y escuchar muy atentamente el amor que contienen.
Pero muy frecuentemente está allí, debajo de la superficie. Ejemplos:
  • Una madre puede regañar a su hijo por sus notas o por no limpiar su cuarto. El hijo puede escuchar sólo el regaño, pero si escucha atentamente, escuchará el amor debajo del regaño. Su madre quiere que él haga lo correcto, que sea exitoso. Desafortunadamente su preocupación y amor por su hijo emergen en su regaño. Pero también es amor.
  • Una hija regresa tarde a su casa, después de su permiso, y su padre la confronta con palabras amargas. La hija puede que sólo escuche el enfado, pero si escucha atentamente, escuchará el amor debajo de ese enfado. "Estuve preocupado por ti" dice el padre, "porque me importas y porque te quiero. Eres importante para mi".

Decimos "Te amo" de muchas maneras: Con regalos de cumpleaños y con notitas dibujadas, con sonrisas y a veces con lágrimas. A veces mostramos nuestro amor cuando nos mantenemos en silencio, sin decir una palabra, y a veces incluso hablando bruscamente. A veces mostramos nuestro amor a través de la impulsividad. Muchas veces tenemos que demostrar amor perdonando a alguien que no ha escuchado el amor que hemos tratado de expresar.
El problema de escuchar el amor es que no siempre entendemos el lenguaje de amor que la otra persona está usando... y también que no sabemos expresarlo adecuadamente. Una chica puede usar las lágrimas o las emociones para decir lo que quiere decir, y su novio puede no entenderla porque espera que ella hable el lenguaje de él.
Por ello, tenemos que esforzarnos por escuchar el amor. Uno de los problemas graves de nuestro mundo es que nos escuchamos poco. Oímos las palabras, pero no escuchamos en las acciones que acompañan a esas palabras o en las facciones del rostro. O sólo escuchamos el rechazo o el malentendido. No vemos el amor que está allí, debajo de la superficie, aun cuando las palabras sean amargas a veces.
Tenemos que escuchar el amor en aquéllos que estén alrededor nuestro. Si escuchamos atentamente, descubriremos que somos muchísimo más amados de lo que pensamos. Escuchemos al amor, y descubriremos que, después de todo, el mundo es un lugar muy amoroso.
El AMOR es feliz; nos hace reir; nos hace cantar; nos pone a veces tristes. Nos hace llorar, nos hace buscar una razón; nos hace pedir; nos hace dar. Pero por sobre todo, nos hace VIVIR.
No es la presencia o la ausencia de la gente lo que hace la diferencia, porque una persona puede no estar solitaria aun cuando esté sola. Algunas veces es bueno estar solo. Pero eso no nos hace solitarios. No es un asunto de estar presente CON alguien. El asunto es estar presente PARA alguien; somos seres hechos para la relación.
Así que recuerda: "Si amas a alguien díselo". Recuerda siempre decir lo que sientes. Nunca tengas temor de expresarte a ti mismo. Aprovecha esta oportunidad para decirle a alguien lo que significa para ti. Aprovecha el día y no tengas reparos.
La diferencia entre expresar amor y los rencores es que los rencores a veces perduran más... y duran más cuando nuestra autoestima no tiene buenos niveles, cuando andamos más centrados en exigir amor de los demás que en comprender que "nuestro valor es independiente de la apreciación que hagan los demás de nosotros"... pero ello no significa que no necesitemos ser amados o que nos lo hagan saber de alguna manera.

Somos seres sensoriales.

Nada es inocuo en el ser humano, ni lo que somos ni nuestra apariencia, nuestras cualidades y potencialidades. Nada está ahí por accidente o casualidad. Notamos el afecto de los demás:
  1. En el tacto: Para eso están los apretones de manos, los abrazos, los besos, las caricias,... Sólo en situaciones traumáticas o de falta de confianza o bien cuando observamos falta de respeto se da el rechazo al tacto.
  2. En el oído: No es sólo ya lo que nos dicen sino la forma en que nos lo comunican. El oído nos permite descubrir el tono de voz, su intensidad,... su música o su estridencia.
  3. En la vista: Lenguaje no-verbal: un gesto con las manos o con las facciones del rostro,... movimientos, desplazamientos a nuestro alrededor que denotan atención, cuidado y respeto hacia nosotros.
La cuestión ahora también es el "cómo comunicamos nosotros a los demás esos afectos". Puede valer la regla general de que "No hagas a los demás conforme no te guste que hagan contigo". Esto nos dará muchas pistas sobre nuestro modo de proceder con nuestra pareja, nuestros hijos, con el resto de la familia, los amigos y vecinos, compañeros de trabajo y el profesorado que también interviene en la educación de nuestros hijos.

PARA LA REFLEXIÓN EN FAMILIA:
  • ¿Cómo calificaríamos nuestra COMUNICACIÓN de los afectos entre nosotros mismos: la pareja?, ¿y con nuestros hijos?.
  • Sobra la pregunta "¿queremos a nuestros hijos?" porque es seguro que sí; la cuestión es: ¿logramos que en nuestra expresión nuestros hijos perciben lo mismo que estamos queriendo decir con nuestras palabras y nuestros gestos?. (Una cosa es, muchas veces "lo que decimos" y otra lo que "queremos decir" y luego una cosa es "lo que decimos o queremos decir" y otra "lo que los demás entienden de eso que decimos o queremos decir",... no siempre coinciden).
  • Si nuestros hijos "no perciben lo mismo que queremos decir"... ¿a qué creemos que es debido?.
  • ¿En qué nos satisface la expresión de nuestros afectos y en qué vemos que necesitamos mejorar?. Y si necesitamos mejorar ¿en qué y cómo?.
PARA AMPLIAR, CONTRASTAR O PROFUNDIZAR:

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