Le Breton es autor de varios libros (Antropología del cuerpo y modernidad,
Antropología de las emociones y Antropología del dolor, entre otros), y
actualmente investigador de la Universidad de Estrasburgo, pero ha pasado buena
parte de su vida trabajando sobre los malentendidos culturales, con emigrantes,
en hospitales, o viajando por Brasil cuando él mismo se sentía incómodo en su
propia piel. Quizá de entonces le venga esta necesidad de estudiar las maneras
de sufrir de los jóvenes a partir de esa “culpabilidad del superviviente” o de
la “sensación de traición hacia las tradiciones de sus padres” que a algunos
los lleva a apasionarse con el peligro.
Estudia, desde hace varias décadas, las conductas de riesgo de los adolescentes de todo el mundo y las enumera.
Estudia, desde hace varias décadas, las conductas de riesgo de los adolescentes de todo el mundo y las enumera.
Le
preguntamos si hay un signo de época en las conductas de riesgo sobre las que
cada día leemos algo en los diarios, ya sea el chico que se lanza del balcón
del séptimo piso a la piscina o el que se bebe una botella entera de tequila de
un solo trago y muere, o la adolescente que se enrola en el Estado Islámico, o
el compañero tímido que asesina a parte de su promoción del instituto. Son
episodios que se dan en casi todas las sociedades, ricas y pobres, y la única
línea divisoria es la edad de sus protagonistas y víctimas, que tratan de
“reintroducir la aventura, la exaltación y la intensidad del ser a la vida”
aunque muchos queden en el camino.
“Los
jóvenes tratan de reintroducir la aventura, la exaltación y la intensidad a la
vida”.
CONDUCTAS DE RIESGO:
“Las
conductas de riesgo aparecieron en la sociedad a partir de los años setenta y
han experimentado una explosión en los últimos años. Podemos trazar un
recorrido de cada una de ellas. Por ejemplo, los problemas alimentarios: la
anorexia aparece en EE UU a mediados de la década de los setenta y se
desarrolla y gana el mundo europeo. Antes, esos casos eran rarísimos”, explica
Le Breton. A propósito, la socióloga feminista norteamericana Gail Dines
advertía, un tiempo atrás, que hay que estar atentos a lo que pasa en EE UU,
"porque todo llegará al resto del mundo, antes o después”.
CRÍMENES ESCOLARES:
“Las
matanzas escolares —de adolescentes que matan a otros adolescentes en el
instituto o en la universidad— se empiezan a producir en los años noventa. Que
alguien matara a otra persona en la calle era algo conocido, pero no hubo estos
asesinatos colectivos provocados por chicos de 14 o 15 años hasta mediados de
esa década, y ahora han invadido el mundo entero (en Europa, pero también en
América Latina)”, esboza el antropólogo.
TOXICOMANÍAS:
Sobre
las pautas toxicómanas, Le Breton afirma que la toxicomanía como fenómeno
social apareció en los setenta, ya que, con anterioridad a esa época, “los
drogadictos eran gente mayor con problemas mentales, o que se había hecho
dependiente después de una enfermedad (de la heroína, por ejemplo)”. Con la
cultura jipi “hay una fascinación por la droga que hace surgir y expande las
conductas toxicómanas entre las generaciones jóvenes”.
ESCARIFICACIÓN:
La
escarificación, que consiste en hacerse incisiones en la piel con fines
estéticos, era una técnica utilizada por algunas tribus africanas o americanas,
pero se ha expandido entre los jóvenes urbanos occidentales a finales de los
años noventa, según el antropólogo: “Estar mal en la propia piel es algo que se
desarrolla vertiginosamente en esta época”. El sociólogo diferencia claramente
este tipo de auto mutilación de lo que tiene que ver con tatuajes y piercings:
“éstos, en todo caso, son fenómenos asociados al descubrimiento del cuerpo en
esta sociedad de la apariencia y de la imagen”.
ALCOHOLIZACIÓN:
Llega el
turno de una moda extendida en Europa: la alcoholización extrema, sin más
objetivo que la inconsciencia: “Los adolescentes que beben no lo hacen por la
ebriedad sino por caer en coma etílico lo más rápido posible. No es una
alcoholización festiva con los amigos sino beber a toda velocidad para
desaparecer de la faz de la tierra”.
HIKIKOMORI:
La
penúltima forma del riesgo que menciona son los hikikomori, “esos jóvenes
japoneses —chicos sobre todo; hay pocas chicas— que viven encerrados en su
habitación sin salir por meses o años, y a los que los padres alimentan
acercándoles el plato a través de la puerta. Existen en las redes sociales,
detrás del ordenador, pero tienen terror al mundo real, a las relaciones cara a
cara, cuerpo a cuerpo. Son como monjes posmodernos”, describe el investigador.
ISLAMISMO RADICAL:
“Y la
última es el islamismo radical. Son chicos de 16 o 17 años que se van a
degollar infieles o a hacerse explotar en París o donde sea. Se trata también
de ritos de virilidad, notablemente en Daesh, donde el poder lo tienen los
hombres”, señala.
Lectura de estas conductas.
Todo
esto apunta, según el investigador, a que “hay una historicidad en las
conductas de riesgo, que no quiere decir que los adolescentes estuvieran bien
en su piel antes de los setenta, pero globalmente esto iba mejor en los años
cincuenta o sesenta los chicos encontraban un lugar en el mundo”.
“Desde
el punto de vista de la salud pública, la emergencia de las conductas de riesgo
es un fenómeno moderno —sostiene Le Breton— ¿Por qué?:
- Por un lado, hay una individualización de nuestra sociedad: por largo tiempo, uno ha pertenecido a una cultura de clase y ha sido asumido por esa sociedad que brindaba los valores y la orientación. En el mundo contemporáneo, cada uno está librado a sí mismo: hay que inventar el propio camino y decidir permanentemente nuestros valores. La individuación de la juventud se traduce, para muchos de ellos, en el acercamiento al riesgo (en Francia, se estima que son entre el 15% y el 20% de los jóvenes y encontramos las mismas cifras en América del Sur, en África o en Corea, por ejemplo). Es una minoría, pero un 15% de un segmento poblacional es bastante considerable. En Estados Unidos, al problema se agrega el que las armas son de venta libre. En Japón, hay muchísimos más suicidios. Es decir, con especificidades locales, el hecho es que globalmente hay grandes dificultades para entrar en la vida”.
- Le Breton habla de la “individuación de sentido” como causa político-social, y también de la “desinstitucionalización, especialmente de la familia: hoy la estabilidad de la pareja parental es muy precaria, y los hijos suelen quedar tironeados entre los dos padres. Uno no crece más con los padres, se acaban las referencias, y esto contribuye a fragilizar la relación del niño con el mundo”. Ante la repregunta, el sociólogo se apura a explicar: “No es una crítica a la liberalización de la mujer, porque si los padres saben encontrar los momentos para dialogar con sus hijos, no hay problemas”.
(Fuente: http://elpais.com/elpais/2017/04/24/planeta_futuro/1493032561_260906.html?id_externo_rsoc=FB_CC)
PARA AMPLIAR:
- Botellón y otras hierbas.
- Adolescencia.
- Crecimiento y comportamiento en la adolesciencia.
- Transición adolescente y educación.
- Adolescentes de hoy: aspiraciones y modelos.
- Problemáticas de la adolescencia actual.
- La adolescencia y sus problemas.
- Aislamiento adolescente.
- El eternamente encerrado: síndrome de Hikikomori.
PARA LA REFLEXIÓN Y DIÁLOGO EN FAMILIA:
- ¿Qué conclusiones obtenemos tras la lectura del artículo (entrevista a David Le Breton)?.
- ¿Qué añadiríamos en relación con el análisis que hace Le Breton de la "pérdida de referentes" para los adolescentes?. ¿Qué discutiríamos?.
- ¿Nos parece que hay en la actualidad suficientes elementos de juicio para tomarnos en serio los síntomas que se observan en los adolescentes actuales?. ¿Cuáles creemos que son las causas de estas conductas?.
- ¿Cómo hacer frente a dichas actitudes, máxime si observamos que son perjudiciales o ponen en riesgo la integridad física y ética de nuestros hijos adolescentes?.
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