Este
paradigma propone que los adultos trabajemos en nosotros mismos para llegar de
una forma más compasiva a los niños.
Abordar
en pocas palabras qué es disciplina positiva es un gran desafío para mí. Lo
intento y quedo a disposición en comentarios para seguir conversando. Las
historias de los niños, relatadas por los adultos, pasan de los tintes más
tiernos a los más abrumadores. No hay educador que no vea empañadas sus
relaciones con la infancia, de manera más o menos asidua. En ocasiones,
incluso, nos vemos en el centro de un remolino sin saber cómo vamos a salir del
enredo. Educar no es fácil.
La
disciplina positiva tampoco es sencilla, sin embargo, es cautivadora. El
inmenso valor que posee es que no asegura que los niños vayan a hacer siempre
lo adecuado, pero sí que nosotros, los educadores, estaremos trabajando de tal
manera que los chicos puedan tomar las mejores de sus decisiones.
Echar
la vista atrás nos da raíces, la disciplina positiva se gesta a partir de la
Psicología Individual (Adler y Dreikurs). Jane Nelsen y Lynn Lott releyeron la
obra de estos hombres, transformaron y dieron vida a esta mirada distinta de la
educación que ya hace muchos años acuñaba Dreikurs como democrática.
Se
trata de un paradigma que descarta el miedo a la hora de manejar el poder en
las relaciones, que descarta los métodos punitivos y que pone el acento en dos
grandes fuerzas generativas, inmensas e inagotables en beneficios: la confianza
y el afecto. Tenemos miedo cuando los niños desobedecen, cuando se llenan de
furia, cuando no saben, cuando no pueden… y abordamos la inseguridad natural de
los niños con herramientas muy eficaces a corto plazo (castigamos, humillamos,
avergonzamos, chantajeamos), ilusoriamente pensamos que también son
capacitadoras.
¡Niños
listos para moverse en este mundo!.
A la
furia de los chicos (lógica porque sólo son niños y sus mentes inmaduras) se
suma la del educador; y ésta es la gran trampa en las relaciones humanas. Los
niños empiezan a experimentar desde su primera infancia una gran cantidad de
furia. Es nuestra reacción inmediata a los problemas de convivencia. Y acaban
concluyendo que los entrenadores de vida, ésos que se supone que tienen la
ciencia para mostrar cómo funcionar en el mundo, son poco o nada confiables.
Se
valoran las actuaciones infantiles en función de las consecuencias y se anula
la voluntad del chiquillo, bien con castigos, bien con premios, para asegurar
que no vuelva a suceder. Esto es lo que está estandarizado, tanto que hasta
algunos especialistas también se apoyan en estos fundamentos de la mera
corrección y el control a través de la amenaza, el miedo, la culpa y el
soborno.
Las
alternativas con que cuentan los niños para seguir logrando la irrenunciable
conexión con el adulto (que es sinónimo de supervivencia), se decantarán por
lucha, evitación o inhibición de las conductas. Así van apareciendo los efectos
devastadores de la etiqueta, de la revancha, de la rebeldía, del retraimiento,
de la insuficiencia…
El
problema que tiene el niño es el adulto, con lo que sus respuestas de estrés a
las situaciones conflictivas de la vida cotidiana se dejan sin abordar
eficazmente, de una manera humanizada.
El
problema (mal comportamiento), que nosotros vemos, es la solución que busca el
niño a otro problema (que no vemos). Los niños no están haciendo las cosas a
propósito, están resolviendo un problema de conexión, un problema de estrés.
¿Cómo respondemos a la solicitud de ayuda que es el mal comportamiento?.
¡Sólo
soy un niño!.
Niños inseguros relacionándose a través del miedo.
Niños inseguros relacionándose a través del miedo.
La disciplina positiva muestra una manera de organizar la vida y de mejorar el trato humano. Nos ayuda a entender la naturaleza infantil, nos prepara para esa revisión íntima y profunda de qué educador estamos siendo. Con la conciencia, cada cual decidirá si necesita cambiar algo y cómo lo quiere modificar.
Entendemos
que el respeto, la cooperación, la resolución de problemas a través de procesos
afectivos y efectivos son capacidades imprescindibles como equipaje para
transitar los caminos de la vida personal e interpersonal.
Y
también podemos asegurar que es menos probable que todas estas habilidades se
desarrollen sin experiencias vitales en las que los progenitores y maestros no
sean modelo de aquello que se les exige a los niños.
¿Cómo
podrán saber cómo se hace?. ¿Cómo se aplica en la vida real la comprensión, la
escucha, llegar a acuerdos, respetar pautas, responsabilizarse de las
decisiones?.
Lo que
dice nuestra lengua no es lo mismo que lo que dicen nuestras actuaciones; lo
que hacemos es casi determinante en la plantilla de vida que construye la
infancia formándose a nuestro lado. Más allá del impulso de la mera corrección
y el control nuestra propuesta es decidir cómo queremos usar el poder de
educador.
El autoritarismo
tiene como base el temor del adulto por controlar el mal comportamiento. A la
larga no funciona, los chicos acaban con patrones de rebeldía o sumisión.
Personas competitivas que imponen el poder de uno sobre el de los otros.
Interacciones desequilibradas que resultan inestables y que invitan a la
permanente lucha de poder.
La
permisividad ha supuesto la reacción, el salto en el vacío en las relaciones
educativas para huir del autoritarismo. Igualmente no resuelve y sin embargo
deja una huella profunda en la autoestima infantil, en el desarrollo de su
responsabilidad. Niños confusos, desorientados, que creen merecer todo sin
hacer nada a cambio. A largo plazo, personas con sentimientos de incapacidad.
¿Cuál
es tu estilo?.
- Los adultos tenemos mucho que ver en los problemas de conducta de los niños, no es cuestión de culpabilidad, se trata de responsabilidad.
- Cualquier escenario imaginable de convivencia necesita de firmeza, sí, y de amabilidad también ¡al mismo tiempo!.
- Eliminar el loco malabarismo, esta polaridad. Es posible cuando el educador toma conciencia de que la autoridad no se logra imponiendo la fuerza, dominando al otro y que la dignidad infantil debe quedar salvaguardada siempre. ¡Cuándo se portan mal, también!.
- ¡Crear entornos de respeto mutuo!.
Así, sí
se asegura la conexión con la infancia, así sí es más probable la receptividad,
que quieran escuchar, que puedan participar e involucrarse en los procesos de
manejo de los errores, en las inseguridades, en la creación de límites…
Tu calma
educadora es la que evita estados hipervigilantes en los niños y a partir de
ella podrán ir desarrollando sus propias habilidades de regulación del estrés.
Sin autorregulación no se aprende bien y los problemas de comportamiento disruptivo no disminuyen.
Si no
quieres ordenar, pregunta; si quieres obtener colaboración, pídela con respeto.
Conexión
y entornos libres de miedo o culpa. Este es el elixir en educación.
La
dificultad está, no en los niños, sino en nosotros mismos que como educadores
tenemos que mostrar y modelar lo que no aprendimos.
La
disciplina positiva no es esencialmente un listado de tips para esta educación
respetuosa. El inicio del proceso de acercamiento a esta filosofía es ese
cambio del “foco”, es la revisión de la actitud con la que vemos, sentimos y
hacemos educación. Es trabajar en nosotros mismos para llegar de una forma más
compasiva a los niños. Y con esta base sólida de principios y valores crear
estrategias y poner en funcionamiento herramientas, a veces tan sencillas como:
- Si no quieres ordenar, pregunta.
- Si quieres obtener colaboración, pídela con respeto.
- Si quieres alentar, pon tus frases en positivo, en negativo el cerebro las entiende peor y predisponen al enfrentamiento.
- Si quieres ser escuchado, cierra tu boca, no tengas la necesidad de que tu voz sea siempre la última que se escuche…
Así sí,
tú puedes, es el momento de…
A
educar también se aprende, mejorar las habilidades es posible.
Alienta,
confía, orienta. ¡Somos la oportunidad de una sociedad que promueva relaciones
respetuosas!.
*Marisa
Moya. Maestra, Psicóloga y entrenadora en Disciplina Positiva.
PARA AMPLIAR:
- Cómo educar con cariño y firmeza.
- La Disciplina Positiva.
- 10 pautas para educar con disciplina positiva.
- Ternura y firmeza.
- Cómo poner límites con disciplina positiva.
- Disciplina Positiva (vídeo).
- Disciplina positiva para educar a tus hijos.
PARA LA REFLEXIÓN Y DIÁLOGO EN FAMILIA:
- ¿Qué hemos sacado en claro de este artículo y de sus enlaces para ampliar sobre "lo que es la Disciplina Positiva, cuáles son sus claves principales y cómo aplicarla para que sea efectiva"?.
- Si hasta ahora no la hemos aplicado lo suficiente o no del todo bien ¿qué cambios necesitamos introducir en nuestro modo de educar para acercarnos a este modelo?.
- Si acaso ya estamos en ello ¿qué conclusiones estamos obteniendo ya?, ¿qué diríamos a quienes deseen adoptar esta manera de educar?.
- ¿Qué otras estrategias consideradas por nosotros como "disciplina positiva" señalaríamos y que no vienen aquí suficientemente explicadas?.
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