Lo hemos
oído y lo decimos también ¿verdad?. Y si no es así... ¡enhorabuena!.
Cuando
aprendemos a leer y lo comprobamos nosotros mismos el mundo entero se abre ante
nosotros, es como entrar en una nueva dimensión apasionante. Cualquier libro,
cualquier folleto de publicidad incluso, cualquier revista,... se convierten en
tesoros en los que poder descubrir nuevas historias, aventuras que vivir de la
mano de quienes compusieron esos escritos.
Llegan a
nuestra mente infinidad de nuevas palabras que rápidamente preguntamos a
nuestros mayores para que nos las expliquen; al principio nos dieron enseguida
la respuesta, luego pasaron a la frase:
-
"Búscalo al diccionario que para eso está" (e hicieron bien, porque
al seguir su consejo aprendimos nuevas habilidades y desarrollamos nuestra
capacidad de autonomía).
A medida que
van pasando los años y en el colegio pasamos de curso uno tras otro... algo
pasa que se nos van yendo las ganas de leer ¿casualidad que le pase eso a la
inmensa mayoría?. ¿Qué es lo que pasa?, ¿por qué algo tan bello y útil se acaba
convirtiendo en algo que demasiados aborrecen?.
Un profesor
me comentaba hace unos días tras ponerles un examen de matemáticas a sus
alumnos:
-
"Estoy asustado de ver a lo que vamos a llegar con tanta bobada cuando se
pierde de vista lo esencial. ¿Tú te puedes creer lo que me pasó hoy?".
- "Dime
a ver".
- "Les
puse una hoja con problemas y operaciones sueltas a los niños y uno
-que es del grupo de los avispaos- me dice casi nada más empezar que "no
entiende los problemas" y ¿sabes porqué?,... pues porque ni siquiera los
había leído y cuando le pregunté sobre sus motivos para no leerlos me contesta
que "es que no le gusta leer, que prefería que le pusiera operaciones, todo
operaciones y ya está".
...
Este alumno
realizó problemas en días y semanas anteriores, ha leído,... pero
efectivamente... no le gusta leer y ese día que decía este profesor estaba por
esa labor menos que nunca. Volvemos a la pregunta: ¿Por qué pasa esto?.
Encorsetamos
la vida.
En eso
podría resumirse el conjunto de causas que a continuación vamos a mencionar
(habrá más pero basten algunas por lo menos):
- Leer es un placer, pero cuando convertimos ese ejercicio en una obligación y encima exigimos que se haga de unas determinadas maneras y para unos fines que son nuestros -no de la persona que lee-... leer deja de ser placentero y se convierte en una carga.
- Leer es ocasión de adquirir cultura y conocer la mentalidad de quien escribe, pero cuando obligamos al lector a buscar en esa lectura lo que vemos nosotros sin tener en cuenta lo que el lector halla sin proponérselo... estamos matando el interés por la cultura y el conocimiento de los demás a través de esa lectura.
- Leer es enriquecer la comunicación, el diálogo sobre esos temas que encontramos en la lectura, sin embargo al forzar diálogos previamente estructurados rígidamente (porque "hay que medir, evaluar y poner nota") ese diálogo deja de ser tal y se convierte en un trámite más que superar para rellenar casillas o informes de evaluación.
- Leer es un pasatiempo mágico que nos translada al mundo creado entre quien escribió y nuestra interpretación de lo leído, mas pronto dejará de apetecer esa magia si resulta que "hay que leer porque otros lo mandan".
- ...
"Pero
es que en el colegio exigen que el niño lea y le exigen resúmenes, comentarios
de texto, haber leído como mínimo 6 libros al final de curso -decía una madre de un joven
adolescente- y si no sigue ese ritmo le suspenden; antes le encantaba
leer y cada vez le gusta menos ¡con lo hermoso que es!. Me da mucha pena".
Hay una
obsesión que va creciendo de curso en curso de "evaluar todo, poner nota a
todo, encasillar todo",... ahí está la multitud de herramientas que nos
inventamos -y otras que nos imponen desde los despachos alejados de la
realidad- y que aplicamos en los colegios con la intención de obtener al final
un resultado "objetivo" para evitar suspensos o aprobados injustos
(como si lo de ahora fuera realmente objetivo y justo).
A los
maestros y maestras se les exigen muchos esfuerzos y horas de trabajo, cada vez
más, en redactar informes, desarrollar estrategias para EVALUAR el trabajo,
rendimiento, capacidades, habilidades ¡y hasta la expresión de los sentimientos!,...
supuestamente para lograr esa "objetividad".
Nuestros
hijos son el eslavón que viene a continuación y todo se subpedita a una
organización monolítica o piramidal del proceso de enseñanza-aprendizaje que
está encaminado casi únicamnete a conseguir una población "bien
preparada" para el "MERCADO laboral" (término aberrante que
engloba a PERSONAS y las cosifica convirtiéndolas en simple engranaje al
servicio del sistema productivista actual), pero bueno, esto es harina de otro
costal.
¿Qué podemos
hacer?.
Apuntamos
también algunas ideas que podrían enriquecerse y ampliarse mucho más:
- Empecemos por nosotros mismos: seamos lectores de libros, no de pantallas de ordenador, tablets o móviles que tanto perjudican la vista y nos roban más tiempo del que nos parece.
- Si nuestros hijos nos ven leer y disfrutar de lo que leemos... con toda seguridad transmitiremos la idea de que esto es algo bueno.
- Si hacemos de nuestras lecturas conversación espontánea, comentamos algunas de esas ideas o relatos que hemos conocido,... daremos a entender que la lectura ayuda a enriquecer nuestras vidas.
- ...
- Devolvamos a nuestros hijos el placer, la oportunidad de culturizarse sin encorsetamientos, disfrutar de su tiempo libre... con la lectura. ¿Cómo?:
- Compartamos con nuestros hijos lo que observamos en lo que estamos leyendo nosotros.
- Interesémonos por lo que nuestros hijos hallan en los libros o revistas que ellos leen.
- Ayudémosles a ir más allá de lo que en el colegio les exigen acerca de los libros que han de leer: enseñarles a redescubrir la posibilidad de "hacer con lo leído lo que ellos quieran", no sólo lo que les manden hacer.
- Juguemos con los desarrollos y desenlaces de las lecturas (¿se acuerdan ustedes de aquellos libros que según las opciones que íbamos tomando luego teníamos que acudir a tal o cual página y seguir leyendo dependiendo de la opción adoptada?,... algo así).
- Inventemos juegos de palabras con los anuncios de las vallas publicitarias, folletos de publicidad,...
- Juguemos también a expresar de manera plástica lo que hemos leído: una dramatización, unos dibujos, una manualidad,...
- Evitemos "obligar a leer", insistamos más bien en la "posibilidad" de leer y disfrutar de la lectura a su aire. No encorsetemos ni tratemos de medir nada, sencillamente despertemos el gusto por leer, reinventémoslo.
- Vayamos juntos a una biblioteca sencillamente "para ver", ojear,... pasar el rato con los libros,... y si nuestros hijos se animan... obtengamos nuestro carnet de socios y así poder acceder a más recursos que ese espacio nos pueda ofrecer.
- O bien hagamos una incursión en una librería para esto mismo y elegir cada cual el libro que más le apetezca leer y disfrutarlo en sus ratos libres.
- Dispongamos de un espacio físico en casa bien ambientado para la lectura que invite a la relajación (hay quien gusta de poner música ambiental suave o relajante, a bajo volumen).
- Establezcamos, si lo vemos bien todos, un momento específico al día o a la semana en que nos pongamos de acuerdo para leer juntos, cada cual su libro,...
- ...
No nos
lamentemos de los males, vayamos a buscar lo que queremos. Leer tiene grandes
posibilidades y ventajas, pero leer sin prisas, sin agobios, sin
calificaciones,... Recuperemos el gusto por el regalo y conquista que es saber
leer.
PARA LA REFLEXIÓN EN FAMILIA:
- ¿Qué valores encontramos, los adultos, en la lectura?. ¿Cómo la practicamos?.
- ¿Qué estrategias de las aquí señaladas consideramos válidas para que nuestros hijos adquieran el gusto por la lectura?, ¿qué otras añadiríamos?.
- A nuestro juicio ¿cuáles pueden ser las causas por las cuales muchos niños y jóvenes pierden interés por la lectura?.
- ¿De qué maneras podríamos colaborar con la escuela para que no se pierda ese interés sino que crezca y traiga beneficio a todos, especialmente a nuestros hijos?.
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