Los
niños agresivos se distinguen por utilizar la violencia para resolver
conflictos ó como respuesta ante cualquier tipo de emoción negativa como
frustración, ira, celos..
Conductas
como pegar a otros, burlarse de ellos, ofenderles, tener rabietas
incontroladas, tirar cosas al suelo, utilizar palabrotas y vocabulario
ofensivo, generalmente se describen como conductas agresivas.
Los
niños agresivos no sólo hacen sufrir a sus padres, maestros y otros niños, sino
que en muchos casos son niños frustrados, que acaban dañándose a sí mismos, ya
que provocan que los demás los rechacen.
Revisamos
los diferentes tipos de violencia y las estrategias que podemos usar para tener
mayor dominio propio y disminuir esas conductas agresivas tan dañinas.
No
todas las conductas agresivas se refieren a daños físicos, también existen
otros tipos de agresividad, menos evidentes quizás, pero que tienen el objetivo
de provocar un daño intencionado a una persona u objeto.
Isabel
Serrano en el libro “El niño agresivo” nos hace una buena clasificación.
Tipos
de agresión:
- Física: Dar una patada.
- Verbal: ”Te voy a partir la cara“.
- Directa: “Eres tonta”.
- Indirecta: “Sabes que Pilar es tonta, que no sabe leer bien”.
- Pasiva: “Tardaré en estar listo, para que mi madre llegue tarde a la oficina”.
- Contenida: Resoplar o poner cara de desprecio.
- Instrumental: “Si quiero este juguete, lo quito por la fuerza”.
- Emocional: Doy patadas a la puerta cuando algo no me parece.
¿Es
normal que mi hijo se comporte agresivamente?.
Los
arrebatos de agresividad son un rasgo normal en la primera infancia, ya que no
encuentran otra manera de pedir lo que quieren y no han aprendido a controlar
sus estados emocionales.
Por lo
tanto, la conducta agresiva es mucho más frecuente en los primeros años. El
nivel máximo se da sobre los dos años.
A
partir de los 4 ó 5 años los niños presentan conductas más cooperativas y
pueden dominar más sus estados emocionales, la agresión va disminuyendo hasta
alcanzar niveles más moderados, ya en la edad escolar.
También,
a medida que crece el niño se modifica el tipo de agresión emitida. Mientras
que en los primeros años, los niños agreden mas físicamente y/o de forma
instrumental, los niños mayores utilizan mas la agresión verbal y/o emocional.
Por lo
tanto, hablaríamos de un problema de agresividad infantil cuando el niño ya
mayor, tiene la misma frecuencia de conductas coercitivas que un niño de dos o
tres años, que utiliza estos métodos como forma de resolver sus problemas y
presenta una incapacidad para dominar sus estados emocionales.
Buenos
motivos, pero malas decisiones.
La ira
suele ser el detonante más común para reactivar la agresividad. La ira es una
emoción derivada de creer que no se puede conseguir lo que se desea, o de la
impotencia ante una situación determinada. También puede servir para disfrazar
el dolor.
Los niños
pueden tener buenos motivos para estar enfadados, aunque a veces ni siquiera
son consientes de ello.
Cuando
no se les permite tener opinión propia, cuando no son resueltas sus necesidades
de cuidado o cariño, cuando son maltratados física ó verbalmente. Cuando son
intimidados y amedrentados por las reacciones violentas de sus padres.
Los
niños pueden estar enfadados, de hecho, es importante que manifiesten lo que
les pasa, pero es importante aprender a hacerlo sin hacer daño ni a los demás,
ni a sí mismos.
- Validar sus emociones: “¿Estás enfadado?. No pasa nada por enfadarse, pero ¿me podrías explicar con palabras en lugar de con acciones qué es lo que te pasa y con quién estás enfadado?". Es mejor esperar y escuchar una respuesta del niño que tratar de imponernos con afirmaciones de tipo: “No deberías de estar enfadado.”
- Ayudar al niño a poner palabras a lo que siente: A veces el niño no sabe identificar que es lo que hace que responda de una manera agresiva. Podemos ayudarle sugiriendo posibles respuesta como: “¿Quizás estés triste, en lugar de enfadado, porque tu abuela se fue sin despedirse?. Cuando estás cansado, te pones muy nervioso y acabas por meterte en líos. Es hora de irse a la cama y descansar..."
- Entiendo
que estés enfadado, pero no puedo permitir que hagas daño a los demás. Es
importante dejar nuestra postura clara respecto a lo que pensamos de las
conductas agresivas y que conozca las consecuencias que tiene. Si es pequeño,
podemos llevarlo aparte, quedarnos con él y ayudarle a hablar de porqué ha
reaccionado así. Si es mayor, podemos decirle “Te quiero, cuando estés más
tranquilo, ven a buscarme” y dejarle un momento a solas. Es importante que los
niños vean consistencia en nuestra forma de actuar.
- Buscando otras formas de mostrar enfado sin hacer daño. Cuando esté tranquilo podemos aprovechar el momento para buscar conjuntamente una manera de mostrar su enfado sin hacer daño. Podemos sugerir que puede golpear una almohada, escuchar su canción favorita, respirar profundamente y/ó encontrar un lugar especial donde calmarse. Es importante, enseñarles a pedir lo que quieren, a que expresen su opinión sin tener que imponerse a nadie.
- Reparar el daño que ha hecho a otros. Es importante que tome conciencia del daño que ha causado y que tenga capacidad de poner remedio a la situación que generó. Pedir disculpas, reponer algo que ha roto o intentar arreglar de alguna forma la situación. Esto implica tener capacidad de empatía.
- Evitar responder con agresividad ante la ira del niño. Esto genera una lucha de poder, además de ofrecerle un modelo contrario del que se quiere conseguir.
- Modelar formas respetuosas de afrontar la propia ira. Los niños pueden ver que también nosotros nos enfadamos por diferentes situaciones. Pero debemos mostrar que necesitamos un tiempo para calmarnos, que se puede estar enfadado y seguir siendo respetuoso.
Recordemos
que la forma como se expresa (o se reprime) la agresividad en la familia, será
un elemento determinante en la forma de gestionar los conflictos en los niños.
También influyen otros factores como el colegio, los amigos, las conductas
violentas en los medios de comunicación, pero si nosotros aprendemos a saber lo
que nos pasa y podemos manejarlo adecuadamente, esto tendrá una gran influencia
en nuestros hijos.
Katy
Gutiérrez Herrera
Madre,
psicóloga, monitora de tiempo libre.
www.deorugasymariposas.comPARA AMPLIAR:
- Cinco maneras de resolver un conflicto.
- Claves para la resolución de un conflicto.
- ¿Cómo arreglamos esto?.
- Tratamiento de la conducta agresiva de los niños.
- Cómo corregir la conducta agresiva del niño. (Vídeo).
- Errores a la hora de controlar la agresividad de los niños.
- Estrategias para trabajar con niños con conductas agresivas.
- Cómo reducir la agresividad en los niños.
- Guía de modificación de conducta para padres.
PARA LA REFLEXIÓN EN FAMILIA:
- ¿Qué recuerdos tenemos los adultos de nuestras conductas agresivas en nuestra infancia?. ¿Cómo nos sentimos al recordar tanto lo que hicimos como el modo en que nuestros padres trataron de corregirnos?. ¿Qué conclusiones obtenemos de esto?.
- ¿En qué nos ha servido el artículo que presentamos?, ¿y los enlaces para ampliar?. ¿Qué resumen podríamos hacer de todo esto?.
- Si acaso estamos viviendo o hemos vivido en casa situaciones en las cuales hemos observado o sufrido esta agresividad infantil ¿cómo la hemos afrontado?, ¿qué ideas o consejos positivos apuntaríamos para ayudar a familias que hoy se hallen en situaciones similares?.
- ¿Cuáles son las claves que a nuestro juicio son esenciales para navegar con éxito en situaciones de constante agresividad infantil?.
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