Oficialmente, la Cuaresma comienza el Miércoles de Ceniza y termina justo antes de la "Misa de la Cena del Señor" en la tarde del Jueves Santo. La duración de cuarenta días proviene de varias referencias bíblicas y simboliza la prueba de Jesús al vivir durante 40 días en el desierto previos a su misión pública. También simbolizan los 40 días que duró el diluvio, además de los 40 años de la marcha del pueblo Judío por el desierto y los 400 años que duró la estancia de los judíos en Egipto. A lo largo de este tiempo, los fieles católicos son llamados a reforzar su fe mediante diversos actos de penitencia y reflexión. La Cuaresma tiene cinco (5) domingos más el Domingo de Ramos (seis en total), en cuyas lecturas los temas de la conversión, el pecado, la penitencia y el perdón, son dominantes. No es un tiempo triste, sino más bien meditativo y recogido. Es, por excelencia, el tiempo de conversión y penitencia del año litúrgico.
Por eso, en la misa católica no se canta el “Gloria” al final del acto penitencial (excepto el jueves santo, en la misa de la cena del Señor), ni el “Aleluya” antes del evangelio. El color litúrgico asociado a este período es el morado, asociado al duelo, la penitencia y el sacrificio a excepción del cuarto domingo que se usa el color rosa y el Domingo de Ramos en el que se usa el color rojo referido a la Pasión del Señor.
Nuestra experiencia y actualidad.
Los que ya pasamos de cierta edad recordamos cómo vivíamos antes este tiempo y algunas rigideces que ahora sólo nos hacen sonreir. Las formas van cambiando, la esencia es la misma. Una de las cosas que más nos marcaron fue eso del "ayuno y abstinencia". Hay otras claves de la Cuaresma, por supuesto (oración personal y comunitaria, penitencia y limosna) pero ésta del "ayuno-abstinencia" era la más notoria. Se nos decía que había que ayunar todos los viernes de Cuaresma o al menos "no comer carne", así que... en vez de carne comprábamos y comíamos pescado o marisco -que era mucho más caro que la carne- pero es que la norma... era la norma.
¿Por qué el ayuno?.
Hay algunos servicios-web que nos lo explican con bastante amplitud:
Podemos preguntarnos:
- ¿Qué sentido tiene el ayuno y abstinencia de alimentos si, por otra parte, convertimos eso en pura anécdota?. ¿Qué es más importante: el signo o su significado?.
- ¿Qué se pretende realmente con estas normas que plantea la Iglesia?. ¿Cómo actualizar en cada uno de nosotros, en nuestro presente, el sentido del ayuno y abstinencia?.
- Si la Cuaresma ha de ser un tiempo para la reflexión y la conversión personal y comunitaria, quiere decir que hay algo en nuestras vidas que necesita mejorar.
- Cuaresma debe significar, por lo tanto, una oportunidad de pensar "qué hechos, actitudes, conductas,... estamos realizando y que no nos hacen bien ni a nosotros mismos ni a los demás". ¿Cuáles son?.
- Una vez detectados esos elementos que nos perjudican, es cuestión de ponernos manos a la obra para erradicarlos o aminorar al menos sus efectos negativos. En ello interviene la voluntad, nuestro esfuerzo, pero también la ayuda de Dios (de ahí la importancia de la oración).
- Preguntemos a nuestros hijos:
- ¿Qué hechos, conductas,... observan en ellos mismos que necesitan mejorar o cambiar?.
- ¿Qué van a hacer, concretamente, para ir realizando esos cambios?.
- ¿Cómo lo van a llevar a cabo?.
- Ayudemos de forma positiva a nuestros hijos en este camino, descubrámosles el espíritu de la Cuaresma, no tanto la rigidez de unas normas que tendrán su sentido pero han de ser actualizadas en cada uno.
- Una vez vacío nuestro ser interior de aquellos trastos que lo embrutecen, busquemos aquello que nos dignifica: llenarnos de Dios en resumen, buscar el reino de Dios y su justicia:
- ¿De qué maneras podemos concretar el amor a Dios y a los demás: en casa, en el colegio, en la calle, con la familia, con los amigos, vecinos,...?.
- ¿A qué nos podemos comprometer cada día? (compromisos concretos, sencillos, que podamos revisar si los cumplimos o no,... pero con "alma", es decir, sintiendo eso que hacemos).
Es decir, se trata de caminar hacia el encuentro con Dios en el BIEN, en todo aquello que nos lleve a la felicidad verdadera que es bien para nosotros y bien para los demás.
Para ello es muy útil y pedagógico que:
- Cuando hablemos con nuestros hijos sobre estas cosas, concluyamos con COMPROMISOS SENCILLOS pero CONCRETOS acerca de eso que nos proponemos para cambiar y mejorar.
- Propongamos un solo compromiso al día y que salga de nuestros propios hijos.
- Podamos sugerir algún compromiso, eso sí, pero no imponerlo; son nuestros hijos los que ven su propia realidad y desde ese conocimiento ellos son los más apropiados para decidir qué hacer y cómo con esa realidad. Nosotros les acompañamos, les orientamos, ESTAMOS ahí sencillamente.
- Resaltemos cada día los logros y avances que vayamos observando; si hay que señalar los retrocesos o errores, hagámoslo desde el análisis de las causas y la propuesta de alternativas para que eso salga mejor la próxima vez; nadie crece con la constante crítica negativa.
PARA LA REFLEXIÓN EN FAMILIA:
- ¿De qué tendríamos que "ayunar" en nuestra familia?, ¿qué situaciones debieran salir de nuestro plato de vida familiar?.
- ¿Qué necesitamos incorporar a nuestra vida familiar?, ¿qué ejemplos hallamos en Jesús de Nazaret que nos puedan orientar o enseñar para que nuestra realidad familiar sea mejor, experimentemos mayor felicidad,en cada uno de nosotros y en relación con los demás?.
- ¿Cómo crecer en un mayor amor a las personas, especialmente a las más necesitadas, y también en amor a Dios?.
- ¿A qué nos podemos comprometer como familia a partir de hoy durante esta Cuaresma para ir haciendo vida nuestros propósitos?.
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