domingo, 27 de enero de 2013

Los juguetes

En el artículo sobre "La importancia del juego" hacíamos hincapié en la "necesidad de valorar el juego como instrumento de aprendizaje y disfrute", ambas finalidades estrechamente relacionadas y necesarias para el desarrollo de la formación de nuestros hijos.
Apuntábamos también la importancia de "respetar la iniciativa de los niños y niñas en la elección y desarrollo de sus juegos" así como el que nos animemos a "jugar con nuestros hijos", compartir el juego con ellos y aprovechar todo su potencial para EDUCAR también a través de ellos.
Señalábamos las "normas" como instrumento que los niños siguen en el desarrollo de sus juegos y que, para ellos, son tan esenciales como el mismo juego, razón por la cual nosotros los adultos deberemos respetar también.
Etc...
En este artículo hablaremos de los "instrumentos materiales" del juego, especialmente de los juguetes.
Instrumentos de y para el juego: los juguetes.
El juego es el trabajo del niño y los juguetes son sus herramientas. Por lo tanto, tampoco los juguetes son elementos "sin relevancia": tienen una gran importancia aunque su valor no está tanto en ellos sino en el propio niño que es donde está el juego. Es decir: la "perfección" del juguete no está en su precio ni en su acabado y la maravilla de sus automatismos sino en las posibilidades que ofrece al niño para que éste haga con ello lo que quiera, sin esquemas prefabricados, dando rienda suelta a su imaginación; el juguete perfecto es el que hace idear el juego al niño, el que le sugiere muchos y variados usos.
Los padres y madres somos quienes decidimos "qué juguetes" entran en casa y debemos seguir siéndolo porque "somos muy importantes en la realización y desarrollo integral y armónico de nuestros hijos". Por lo tanto, en la elección de los juguetes hay que procurar que éstos sean lo más variados posible y sirvan a los fines educativos que pretendemos, a los intereses del niño o niña y le permitan seguir desarrollando su imaginación, "seguir trabajando".
  1. No se trata, por lo tanto, de llenar la casa de juguetes sino de que haya variedad en sus finalidades.
  2. Existen juguetes para cuatro finalidades fundamentales: Para el aire libre, para imitación, para ejercicios de manipulación y composición y para motivar a la lectura; todos los juguetes de estos grupos pueden servir a los objetivos que deseamos alcanzar, es cuestión de armonizarlos lo mejor posible y de acuerdo con los intereses de los niños y niñas, por supuesto.
  3. Huir de los juguetes extremadamente "terminados" porque aunque atraen mucho al principio (cosa que saben muy bien los fabricantes y comerciantes) en cuanto el niño o niña ha visto "como funciona" unas pocas veces... pierde ya casi todo su interés en él y no lo utiliza para más nada. Tienen mucho más valor aquéllos que permitan inventar, crear,...
  4. Otro principio fundamental es que los juguetes mantengan una progresión en la dificultad para que los niños vayan desarrollando sus cualidades a la vez que enlazan con las actividades cotidianas.
  5. Y... algo más que importante: Si el niño o niña tiene a su lado quien le guíe u oriente (sin rigideces), que se preste a participar,... y luego sea capaz de dejarle solo o sola sin apropiarse del juego... ese niño o esa niña sacará del juego y de sus juguetes un rendimiento maravilloso.
Otras observaciones.
El juguete carece de sexo, porque la funcionalidad que se busca en ellos ha dejado anticuados conceptos ya superados: ya no hay trabajos de hombres y de mujeres y tampoco las tareas del hogar son exclusivas de nadie sino que es trabajo compartido de todos. Los juguetes tampoco.
Los juguetes tienen un valor simbólico más que real para los niños: expresan con ellos lo que piensan, lo que desean, lo que ven, lo que sienten,... son una extraordinaria fuente de información para nosotros. Aprovechemos esa información, estemos "al loro".
Los juguetes tampoco tienen "edad": es un error arrebatar al niño un juguete "porque ya no tiene edad para estar con eso": por la razón ya expresada (el niño ve en el juguete una forma de expresarse y lo necesita para ello).
Hemos de cuidar mucho, especialmente, los "juguetes-ternura": muñecas y muñecos, elementos de la vida cotidiana en los que se expresan afectos,... porque si el afecto es la base fundamental de toda educación... los instrumentos de juego relacionados con el amor, cariño,... nos darán muchas claves educativas, aparte de ayudar al niño a exteriorizar esos sentimientos.
Sí a los juguetes didácticos, pero no sea todo eso; hay quien piensa que para ayudar a sus hijos lo mejor es cargar en eso las tintas. "Hay que comer de todo".
¿Disfraces?... cuanto más transformables mejor; si sólo sirven para un personaje... acabarán engrosando los percheros de ropa ocasionales y de lujo.
Aunque en sí los juguetes no son violentos (es el niño quien transfiere en ellos la violencia que observa en su derredor o la que siente en su interior) no es aconsejable su adquisición porque con ello estamos transfiriendo nuestros esquemas o nuestros modos adultos -equivocados además, por otra parte- de resolver un conflicto,... cuando pueden haber muchas otras maneras de canalizar esa agresividad, tensión o violencia. El juguete bélico o que denota violencia alimenta aún más esa forma equivocada de resolver un conflicto.
Las "campañas publicitarias” del juguete en Navidad y final de curso.
Como queda dicho, los fabricantes y comerciantes conocen muy bien "este mercado", saben aplicar de forma genial el principio de que "la primera imagen es la que cuenta". No es nada casual que dediquen tanto empeño en adornar, embellecer y mostrar una presentación fantástica e impactante de los juguetes; saben que es con eso con lo que los niños se quedan; saben que eso es lo único que necesitan para vender sus productos, ya que una vez vendido... poco o nada importará ya que el niño descubra que tras desembalarlo... aquello se queda en menos de la mitad (a veces en mucho menos aún) y que, finalmente, la pasión por ese juguete le va a durar sólo unos días... si es que llega. ¡Pero el juguete ya está vendido!, y eso es lo único que a los comerciantes les interesa: es su negocio.
Nuestro negocio es:
  1. Que ese juguete responda a lo que con él queramos conseguir, no tiene que ser un simple tapón para la boca de nuestros hijos.
  2. Un instrumento que fomente su imaginación y, por lo tanto, ofrezca distintas posibilidades, sea versátil.
  3. Que entre dentro de nuestras posibilidades y guarde proporción con lo que gastamos en bienes de primera necesidad.
  4. Cuidar la percepción que nuestros hijos obtienen de nuestra forma de responder a sus demandas materiales:
    • Si satisfacemos de inmediato todo lo que nos piden y cuando nos lo piden o exigen... estaremos educando niños y niñas caprichosos que no van a valorar nunca eso que reciben: acabarán pensando que eso que llega a sus manos no cuesta nada y además se le debe ya de antemano.
    • Si, por el contrario, ponemos límites, razonados con ellos -en todo lo posible- o quizás no, pero sí son claros para nosotros... enseñaremos implícitamente a comprender que "conseguir algo requiere de esfuerzo, buen razonamiento, actuación coherente,... y que en la convivencia y conflicto de intereses y necesidades es necesario aprender a priorizar, manejarse con criterios razonables aceptados por todos, ceder, aceptar que el punto de vista del otro cuenta, que somos interdependientes y el mundo no gira todo él alrededor mío sino que en él habitamos todos",...
  5. Asegurarnos de que este juguete cumpla con la normativa vigente para su comercialización -por razones éticas y de salud- (hay ciertos países que fabrican y venden ingentes cantidades de juguetes que luego exportan a otros países y entran sin que se ejerza control efectivo alguno sobre ellos; estos juguetes que se venden aquí y provienen de esos países se han fabricado explotando mano de obra infantil, empleando materiales sumamente tóxicos en su decoración, etc… pero, eso sí, más baratos que los fabricados aquí -ese abaratamiento del precio final se consigue a través de la explotación de la mano de obra y la utilización de materiales de muy baja calidad y nulo respeto al medio ambiente-).

El mayor problema se produce cuando padres e hijos no coincidimos en los gustos a la hora de seleccionar el juguete requerido. Ahí entra el análisis, la reflexión y el peso de los argumentos que tengamos unos y otros para decantarnos por una opción u otra o bien llegar a un acuerdo consensuado que satisfaga a ambas partes.
Siempre y en todo caso somos los padres y madres quienes tenemos la responsabilidad de educar a nuestros hijos y, por lo tanto, son nuestras las decisiones finales a adoptar.

PARA LA REFLEXIÓN EN FAMILIA:
  • ¿Cumplen los juguetes de nuestros hijos las "Normas para elegir bien los juguetes", "Otras observaciones" y "Nuestro negocio es..."?. ¿Estamos al menos en esa línea?, ¿estamos conformes con lo que en esos apartados señalamos?.
  • ¿Qué dificultades hallamos para vivir adecuadamente esos criterios que hemos apuntado?, ¿qué nos ayuda a cumplirlos?. Compartamos en pareja todo lo que al respecto surja de nosotros ya que tan importante es "vivir criterios comunes a la hora de educar en lo académico o el trabajo como tenerlos también en el juego, ocio y tiempo libre".
  • ¿Cómo podríamos avanzar en aquello que detectamos que es mejorable o en lo que haya que rectificar?. ¿Nos parece importante que en ese plan de "mejora" de nuestra acción educativa se implique el resto de la familia y amistades?, ¿lo hablamos con ellos también?.
PARA AMPLIAR, CONTRASTAR O PROFUNDIZAR:

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