martes, 10 de junio de 2014

Cuando un hijo maltrata a los padres

Cualquiera de nuestros abuelos se echaría las manos a la cabeza si leyera este titular: "¿Cómo va a ser eso?".
Pues se da e incluso se llega a la necesidad de poner denuncias ante la policía cuando las edades de estos hijos y su fortaleza física hacen que esa violencia pueda provocar serias consecuencias.
La respuesta del millón ante situaciones de este tipo es la misma que haríamos si la violencia fuera a la inversa: "¿Por qué?".

Analizando causas.

1ª)- ¿Puede ser una conducta aprendida de nosotros mismos?.
Cuando se nos ha escapado algún cachetón porque nuestro hijo o hija ha hecho algo que consideramos grave; quienes ejercen esta forma de "corregir" una conducta lo hacen -según expresan ellos mismos- cuando ya la fuerza de la palabra o el razonamiento sosegado ya no funcionan y fruto de nuestras emociones del momento soltamos "lo que sea" para escarmentarle.
Si esto no es algo puntual sino que lo hacemos con relativa frecuencia... estamos transmitiendo al hijo la idea de que "cuando ya las palabras no sirven lo que hay que hacer es recurrir a la violencia verbal o los golpes, la violencia física"... ya que es eso lo que hace escarmentar y acceder a lo que uno quiere.

2ª)- ¿Puede que sea una conducta aprendida en la escuela?.
"Mi hijo no era así. Nosotros nunca le pegamos, en casa nunca vio en nosotros un solos gesto de violencia ni escuchó una mala palabra, jamás de los jamases,... y mira, siempre hace esto cuando no hacemos lo que él quiere". Los niños se cuentan casi todo unos a otros, unos se enseñan a otros las estrategias para conseguir tal o cual cosa,... pero no sólo eso: ellos observan que "tal o cual niño que pega a otros logra que nadie se meta con ellos; acaban por temerle y se sale con la suya ante sus iguales".
La enseñanza de esto es obvia, especialmente en edades muy pequeñas: "Si yo pego lograré que me respeten, me dejen hacer lo que yo quiero".

3ª)- ¿Puede ser una conducta aprendida "gracias" a la televisión, videojuegos violentos (la mayoría lo son)?.
Quienes viven del negocio de estos aparatos y sus accesorios afirman que "esa violencia que se expresa es en realidad un reflejo de lo que ya hay en la sociedad y, por lo tanto, ellos no son responsables de que en la sociedad se produzcan esas conductas violentas". Todos sabemos que en realidad eso no es así del todo, ya que ciertas imágenes, escenas,... como mínimo refuerzan, efectivamente, tendencias que ya están en nosotros y en no pocas ocasiones también las inspiran.
La conclusión de los niños está clara: "Ésa es la manera de resolver los conflictos definitivamente en la sociedad: eliminas al que se oponga a tus planes y punto, los quitas de en medio y asunto resuelto".

4ª)- ...

Y... ¿qué hacemos una vez detectadas las causas?.

En el primer caso -en nosotros mismos- apuntamos al menos algunas cosas:

  1. DIALOGAR con nuestros hijos sobre su conducta agresiva para con nosotros; que ellos mismos nos digan sus razones para comportarse así con nosotros.
  2. RECONOCER NUESTROS ERRORES. ¿Es esto rebajarse y perder autoridad?, en modo alguno. Nuestros hijos ya conocen nuestros puntos flacos o por lo menos los intuyen, saben que nos podemos equivocar. Cuando somos capaces de reconocer nuestros errores les estamos diciendo: "De igual modo que yo que soy tu madre, o tu padre, reconozco mis equivocaciones en mis métodos tú también puedes hacer lo mismo. Cuando tú cometas errores también podrás reconocerlos con humildad y no por ello dejarás de ser quien eres ni perderás valor".
  3. RAZONAR sobre las conductas agresivas, violentas, para resolver un conflicto: ver cómo nos sentimos o nos hemos sentido durante y después de ello, los frutos que hemos obtenido con esa violencia y, finalmente, proponer alternativas no-violentas ante esos mismos conflictos.
  4. ESTABLECER NORMAS asumidas por ambas partes para prevenir que esas conductas violentas se vuelvan a manifestar y, caso de que se manifiesten otra vez, establecer sanciones asumidas también por ambas partes.
  5. APLICAR los acuerdos tal como los establecimos. En el momento en que dejemos de aplicarlos... los convertiremos en agua de borrajas, así que seamos en esto persistentes, no cedamos nunca a la tentación de pensar que "eso no se volverá a producir". Cuando dejamos sin consecuencias un acuerdo incumplido estamos transmitiendo la idea de que "ese acuerdo carece de valor ya que no pasa absolutamente nada si lo incumplimos".
En el segundo y tercer caso -violencia observada en el colegio, la calle, televisión y videojuegos-:

  1. DIALOGAR sobre lo que se observa y sobre lo que se deriva siempre de todo tipo de violencia. Los niños saben distinguir perfectamente lo que es justo de lo que no, lo que construye felicidad de lo que la destruye, por lo tanto sabrán analizar muy bien las imágenes externas y podremos enseñarles a adquirir sentido crítico frente a esas conductas observadas.
  2. CONTACTEMOS CON EL TUTOR O TUTORA DE NUESTRO HIJO. Con toda seguridad la información que nos den en el colegio nos será de gran ayuda para orientar nuestra reflexión al respecto con nuestros hijos.
  3. ENSAYAR RESPUESTAS CONSTRUCTIVAS ante distintas situaciones en la escuela o cualquier otro espacio fuera del hogar que expresen violencia y que de alguna manera les impulsen a responder de la misma manera. El objetivo es aportar alternativas que ellos puedan manejar ante esas situaciones cuando se produzcan.
  4. ESTABLECER NORMAS y CONSECUENCIAS que nuestros hijos se puedan autoaplicar cuando se vean incumpliendo sus propósitos al respecto.
  5. AUTOAPLICACIÓN de estas NORMAS y CONSECUENCIAS. De tal manera que ello les sirva para desarrollar el autocontrol y crear el hábito de resolver cualquier conflicto mediante estrategias respetuosas con toda persona, también con ellos mismos, y siempre no-violentas. En esta autoaplicación de consecuencias conviene que mediemos un poco (los niños suelen ser muy severos consigo mismos en cuanto a sanciones a imponer a otros o incluso, a veces, a sí mismos).
Y si con todo esa actitud violenta de nuestros hijos perdura en el tiempo a pesar de todo... entonces estamos hablando ya de algo muy serio, muy grave, y tendremos que afrontar la situación con especialistas que nos puedan orientar al respecto: por nuestro bien y el de nuestros hijos.
Finalmente, ante todo y siempre,... DEMOSTREMOS AMOR y acogida incondicional a nuestros hijos (podemos ser muy severos con las actitudes que ellos manifiesten cuando sean negativas... pero nuestros hijos serán siempre amados y respetados: ellos son mucho más que sus hechos y actitudes), como también entre nosotros como pareja (huelga decir que "el peor de los mensajes, la peor de las palabras y la peor de nuestras violencias hacia los hijos, sería la violencia entre nosotros, padre y madre de nuestros hijos"; el ejemplo es el mejor discurso).

PARA LA REFLEXIÓN EN FAMILIA:

  • ¿Nos consideramos "maltratados" por nuestros hijos o alguno de nuestros hijos?. ¿Qué efectos está produciendo esto en nosotros?.
  • ¿Nos sirven las estrategias aquí señaladas para afrontar esa violencia?, ¿qué otras creemos que sería necesario añadir?.
  • Si afortunadamente "no somos maltratados en la actualidad pero lo fuimos en alguna etapa de nuestra relación" ¿cómo resolvimos aquella situación?, ¿qué sugerencias daríamos a padres y madres que sufren esa violencia?.
PARA AMPLIAR, CONTRASTAR O PROFUNDIZAR:

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