Educar es sacar de
dentro afuera. Es sacar lo más posible de cada alumno, de cada hijo. ¿Hace
falta para ello el “premio y el arresto”?. ¿Educa o no educa un sistema de “premios
y arrestos”?.
Premios y arrestos.
Los premios y arrestos
se pueden abordar desde distintas ciencias humanas:
·
Desde la Biología: Los animales aprenden con premios y castigos.
El premio es más ventajoso que el castigo. El mejor estímulo es el premio a
corto plazo.
·
Desde el Psicoanálisis: Desde la psicología se nos advierte que
muchas veces no somos objetivos cuando premiamos o castigamos: lo hacemos en
función de nuestros gustos, historias personales, experiencias intimas, maneras
especiales de ser, más que en función del puro bien del hijo o del alumno.
·
Desde la Filosofía: La filosofía nos enseña a ser razonables en
la educación. Una persona con sentido común no cometerá muchos errores que son
antieducativos. El pensar lógicamente en un por qué, para qué, dónde, cuándo,
cómo, indican reflexión.
Si se aplican bien y
razonablemente unos criterios se habrán evitado el 60% de los errores. Que el
hijo no pueda tacharnos nunca de ilógicos, irracionales, con poca reflexión.
·
Desde la Teología: Un teólogo nos diría que Dios no castiga
irrazonablemente, Dios espera, Dios anima, Dios perdona y olvida totalmente.
Dios premia, Dios ayuda, Dios no se enfada, Dios ama…¿no son ésas, en realidad,
las frases vitales de todo creyente?.
Nunca el temor o un
castigo han formado héroes.
Preguntas a un educador.
“Supóngase usted que,
conociendo las opiniones anteriores, se encuentra con un caso en que no tiene
más remedio que arrestar o premiar, ¿Qué haría?".
He aquí una posible
RESPUESTA:
Depende de lo que se entienda
por premio o arresto. Lo que yo haría siempre es intentar que el alumno o hijo hiciese
lo que tiene que hacer. Si a esto se le llama premio o arresto, yo lo estaría
usando continuamente.
Si se llama premio o arresto al hecho de añadir algo costoso o alguna satisfacción especial para
lograr lo que el hijo o alumno
haga lo que tenía que hacer, entonces deben tener algunas condiciones o cualidades.
Un autor (C. Voiturier) señala estas cualidades para una buena sanción:
a) Cualidades internas:
- Reflexiva: que
no sea fruto de un malhumor, o de una opinión subjetiva.
- Adaptada: según
las posibilidades intelectuales y anímicas del niño.
- Clara: saber
qué es lo que se castiga exactamente y por qué.
- Inteligente: no
a una labor absurda de copiar mil veces…
- Inmediata: no
de cosas pasadas ni hacerle estar pendiente una semana.
- Honrosa: no
humillante, ridícula, sádica…
- Personal: que
salga de una persona y llegue a otra persona.
b) Cualidades externas:
- Indispensable y
necesaria: ¿No habrá otro modo de preverlo o arreglarlo?
- Oportuna: en el
momento favorable. Se trata de ser eficaz, ante todo.
- Respetuosa: sin
cólera, sin gritos, sin menosprecio.
- Discreta: no se
trata de que se entere todo el mundo, “un tú-a-tú”.
- Dosificada: si
basta la advertencia, no pasar más adelante.
- Consentida: aceptada
activamente por el hijo o alumno.
IMPORTANTE:
A la hora de los premios y arrestos es importante tener en
cuenta cada caso en particular.
HAY PROBLEMAS DE
CARÁCTER: El niño tímido, el nervioso, el sentimental, el que se muerde las
uñas, el que miente, etc.
HAY PROBLEMAS DE
ADAPTACIÓN SOCIAL: El que no tiene amigos, el hijo único, el simpático, el
cuentista, etc.
HAY PROBLEMAS DE
ESTUDIO: El inteligente, el menos inteligente, el empollón, el que no tiene
memoria, etc.
HAY PROBLEMAS BIOLÓGICOS…
Los arrestos admisibles.
Hay personas que
consiguen educar sin arrestos. Dotados de humor y cariño, con tiempo y con
pocos niños que educar, con medios para proporcionarles un ambiente alegre y
libre de presiones fuertes, cuando los niños tienen una dosis normal de
satisfacción afectiva, entonces, lo pueden hacer. Todos hemos conocido padres ideales,
profesores ingeniosos y amables. También nosotros podríamos conseguir mucho más
de lo que imaginamos si pusiéramos inteligencia, humor y afecto en la tarea.
Esto sería el camino normal de la educación.
Sin embargo, la realidad
es mucho más limitada en la mayor parte de los casos. Padres y maestros estamos
enrolados en un sistema que entre unos y otros hemos planteado mal:
- Las prisas y la masificación de todas las instituciones obstaculizan el ejercicio del humor y del amor.
- Los niños, sometidos a demasiados estímulos y desequilibrios internos, tampoco están dispuestos a una fácil disciplina y aceptación. Interpretan la paciencia como blandura y el respeto a la autoridad como un juego.
Y como necesitan normas,
autoridad y respeto llega un momento en que debe saber que “la cosa va en serio”
porque hay unos límites que no se pueden traspasar.
Aparece la sanción en
escena. ¿Cuál sería su
naturaleza?:
- El arresto sería un instrumento, por sí solo ineficaz, que vendría en ayuda de aquel “camino normal” de la enseñanza de las normas morales y la amistosa persuasión.
- Sería un frenazo momentáneo a un comportamiento irresponsable o peligroso, para sí o los demás; un stop que no debería dejar al niño angustiado y mudo sino receptivo y capacitado para cambiar.
Se arresta sabiendo que
lo que cura es la reflexión y buena voluntad del niño posterior al arresto. Y
que impedimos esa buena voluntad si castigamos mal, demasiado, improvisando,
dejando al niño solo, a merced del castigo, sin
ayudarle en un camino posible a recorrer.
En resumen:
Lo ideal sería "no tener que recurrir ni a los premios ni a los arrestos", pero caso de tener que hacerlo y en todo caso:
- Lo principal es saber establecer normas a seguir (de acuerdo con los hijos), enseñar a cumplirlas y si fallan, en los primeros momentos, motivarlos con algo positivo (intentar siempre educar desde la positividad).
- Si esto no basta, y sin dejarlo de hacer una y otra vez, manteniendo siempre la calma y la amistad hacia el niño, podremos ayudarnos con algún arresto que esté de acuerdo con toda esta actitud positiva nuestra, y como parte de la educación que queremos darle.
- Estos arrestos han de ser proporcionados y, a ser posible, que sean como una “lógica consecuencia” de lo que se ha hecho.
- Han de ser razonados y comprensibles para la inteligencia del niño o joven, y administradas de tal modo que salven siempre el respeto y el afecto que le profesamos.
- ¿Qué tipo de premios damos?. ¿Qué tipo de arrestos?.
- ¿En la práctica usamos "mucho", "bastante", "poco", "muy poco", los premios y arrestos?.
- ¿Qué usamos más, los premios o los arrestos?. ¿Por qué?.
- ¿Cuáles son los principales errores que suelen cometer los educadores o padres cuando dan un premio?.
- ¿Cuáles son los principales errores que suelen cometer los padres o educadores cuando dan un arresto?.
- ¿Qué sistema consideramos más eficaz para educar bien y que pueda sustituir a los “premios y arrestos”?.
- ¿Qué conclusiones sacamos de todo lo anterior?.
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