La presente entrada está inspirada en el artículo "Educación nutricional en el niño y el adolescente. Objetivos clave". Escrito por Montse Vilaplana i Batalla.
De entrada Un niño que ha aprendido a comer correctamente durante su infancia y adolescencia tendrá más probabilidades de seguir, en la edad adulta, una dieta sana y equilibrada. La familia, escuela y profesionales sanitarios somos responsables de desarrollar una adecuada y efectiva educación nutricional para la salud.
Riesgos que corren nuestros hijos.
Los más graves:
- Hay comentarios en la familia, en el grupo de amigos, en la escuela,... que pueden hacer sentir mal a nuestros hijos y hacerles sentir que han de "cambiar su imagen física" sea como sea.
- La publicidad rinde un excesivo culto a la imagen del cuerpo y pregona las excelencias de tal o cual figura a costa incluso de perturbar el normal desarrollo y crecimiento humano de los niños y adolescentes.
- Las dietas de adelgazamiento son tomadas por muchos adolescentes como una panacea olvidando que ellos mismos están en pleno proceso de cambio y por lo tanto no debieran aplicarse esas dietas sin tener en cuenta el contexto de este desarrollo físico.
Objetivos de la educación nutricional.
Necesitamos transmitir a nuestros hijos los conocimientos básicos sobre alimentación y nutrición de manera que en su adultez la valore como un factor clave en su salud. Esto es lo que aconsejamos:
Entre los 6 y 12 años:
- Incidir en las desventajas del consumo de golosinas, chucherías,...
- Que conozcan los siete grupos de alimentos y la familiarización con los nutrientes principales que nos aportan.
- Conocer con nitidez la función de los distintos grupos de alimentos en nuestro organismo (energéticos, plásticos o reguladores).
- Tomar conciencia de los riesgos de las dietas excesivamente ricas en calorías, grasas, azúcares, así como del sedentarismo.
Entre los 12 y 16 años (además de las indicaciones anteriores):
- Detectar los aspectos de la nutrición actual que se apartan del equilibrio dietético y son causa de las enfermedades más frecuentes.
- Valorar las ventajas de la dieta mediterránea.
Pautas a seguir.
- Marcar un horario en la alimentación diaria es muy útil para que las digestiones se realicen de forma pausada, correcta y regular.
- Una dieta equilibrada en la que el aporte de los distintos nutrientes respete las proporciones adecuadas es indispensable para un óptimo crecimiento y para el mantenimiento de la salud.
- Los momentos destinados a la alimentación en niños y adolescentes pueden ser aprovechados para el aprendizaje de contenidos cognitivos, procedimentales y actitudinales, entre otros.
En la escuela:
La escuela es el medio idóneo para poder llevar a cabo un programa de educación alimentaria por su universalidad y capacidad de llegar a toda la población y porque de manera transversal en toda las etapas educativas puede incorporar conocimientos, conductas y actitudes alimentarias de una manera gradual y sistemática.
Además la escuela forma a los niños y adolescentes en una etapa muy importante de su vida en, la que están creciendo y a la vez se forja su personalidad, por lo que todavía están a tiempo de incorporar nuevos hábitos de salud.
Por otro lado, la socialización en la
que está inmerso el niño dentro del ámbito escolar permitirá que existan
interacciones positivas entre los compañeros. Por último, otro aspecto no menos
importante es que el niño/a o adolescente también actuará como vehículo de
educación nutricional hacia la familia, ya que transmitirá los conocimientos y
conductas aprendidas en la escuela.
Videojuegos educativos. Los videojuegos han potenciado el sedentarismo y la obesidad de la población joven, pero ya están siendo utilizados como herramienta pedagógica para educar nutricionalmente a los adolescentes.
Dar ejemplo. Las recomendaciones nutricionales son importantes pero el ejemplo de los progenitores es el que mejor puede favorecer un consumo correcto, tanto en cantidad como en calidad, de ciertos alimentos. Cualquier alimento o preparación culinaria será rechazado o aceptado por el niño en función de la naturalidad y placer con los que se consuma en casa.
Introducción de la alimentación complementaria en el lactante. Desde el destete y con la introducción de nuevos alimentos en la más temprana infancia ya se está determinando la dieta del adulto. Por ello, conviene tener en cuenta los siguientes aspectos relativos a la cultura alimentaria:
- No añadir sal a las preparaciones de alimentos. El lactante menor de un año tiene unos requerimientos de sodio inferiores a los del adulto. No es preciso añadir sal a sus comidas, ya que el bebé satisface las necesidades de dicho mineral a través del sodio que contienen los alimentos de forma natural.
- No añadir azúcar a la fruta. La fruta contiene fructosa, glúcido no cariogénico responsable de su sabor dulce natural. Es recomendable habituar al niño a comer papillas de fruta en su estado natural, sin adición de edulcorantes.
- Dar agua al niño con frecuencia. El lactante presenta requerimientos de agua por kilogramo de peso corporal muy elevados, debido a que su espesor cutáneo es menor, con lo cual son mayores las pérdidas por transpiración. La función renal del lactante no está plenamente desarrollada, por lo que necesita más cantidad de agua que el adulto para disolver las sustancias que se eliminan por orina.
- No introducir muchos alimentos nuevos simultáneamente. Si alguno de los alimentos que se introduce en la dieta del niño origina algún tipo de intolerancia o alergia alimentaria se podrá detectar más fácilmente si se ha introducido éste solo. Si, en cambio, ha habido muchos cambios en la alimentación del bebé al mismo tiempo, será difícil averiguar a qué alimento hay que atribuir la intolerancia.
Alimentos destacados:
- Verduras. En lo que respecta a las verduras, es importante hacer reflexionar a los niños sobre la gran suerte que tenemos en los países mediterráneos de disfrutar de una gran variedad de vegetales y hortalizas, haciendo hincapié en las que se cultivan en su entorno más inmediato. Es importante insistir en la estacionalidad, así como en la gran variabilidad de técnicas de cocinado. La verdura, además de un primer plato excelente es siempre la alternativa óptima y más saludable para el acompañamiento de la proteína del segundo plato y ayudará sin duda a equilibrar la dieta.
- Pescado. La variedad de las técnicas culinarias utilizadas es un buen método para que el pescado tenga una mayor aceptación durante la infancia. Hay muchas y variadas maneras de cocinar el pescado: a la plancha, rebozado, en diferentes salsas... pero también en pudding, en empanada, en croquetas de pescado y marisco, huevos rellenos de atún, pimientos rellenos de pescado, etc.
- Fast food. El perfil nutricional del fast food es, en general, hipercalórico, hiperproteico y con elevado contenido graso. No es conveniente consumir este tipo de comida con frecuencia y tambén hay que tener cuidado con su acompañamiento, porque no suele basarse en ensaladas, verduras, legumbres ni frutas, tan necesarias en una dieta equilibrada, sino en bebidas refrescantes, patatas fritas y postres dulces. Consumir estos alimentos de vez en cuando no plantea mayores problemas, si se hace en el marco de una dieta variada. No hay ningún alimento que deba eliminarse de la dieta radicalmente, pero sí hay que evitar que se desarrollen patrones de consumo monótonos, porque interfieren con los hábitos alimentarios saludables.
- Chucherías. Otra de las características de los hábitos alimentarios de la infancia y de la adolescencia es el abuso en el consumo de chucherías, entendidas como ese conjunto de productos dulces y salados, de formas y sabores diversos, de escaso o nulo interés nutricional y que se consumen como picoteo. Una de las consecuencias de tomar a voluntad, sin ningún control, este tipo de productos es la falta de apetito cuando llega el momento de la comida convencional, pues su contenido calórico, debido a la gran cantidad de azúcar y a las grasas que tienen como ingredientes, provoca saciedad suficiente como para generar inapetencia.
Rechazo de algunos alimentos e inapetencia:
- La primera introducción de un alimento no siempre resulta fácil: a algunos lactantes les cuesta aceptar la fruta o la verdura, especialmente cuando se les da con cuchara. No siempre es recomendable insistir. A veces es aconsejable posponer la introducción del nuevo alimento y volver a intentarlo pasado cierto tiempo para evitar que haya un rechazo definitivo.
- En niños un poco más mayores son también frecuentes los casos de anorexia o falta de apetito. En estos casos, la actitud de los padres frente a los alimentos condiciona los hábitos de los niños. Por ello es necesario negociar con el niño sobre la comida que rechaza. Se negociará una cantidad mínima de cada plato a comer y que sea el niño quien se sirva. De esta manera, se favorece su autonomía, independencia y responsabilidad en la elección.
- Si el niño rechaza el primer plato por el segundo, se ha de condicionar la toma del segundo a una mínima cantidad del primero. Y a la hora de dar a probar nuevos alimentos y sabores, conviene adoptar una actitud distendida, sin imposiciones tajantes, sin perder los nervios, sin gritos ni amenazas.
Sólo tres cucharadas más:
En el año 2007 se llevó a cabo un estudio titulado «Just three more bites» en el que se hizo patente que se consiguió que el 85% de los participantes logró que los niños comieran más cantidad y el 38% consiguió que comieran bastante más.
Esta estrategia es perfectamente adecuada para niños inapetentes pero para un niño con buen apetito puede favorecer la aparición de obesidad.
El exceso de energía ingerida se puede
traducir en un exceso de peso para su edad, a la vez que educa en hábitos
nutricionales incorrectos y ayuda a instaurar obesidad en la edad adulta.
PARA AMPLIAR:
- ¿Cómo debe ser la dieta para niños y adolescentes?.
- Alimentación del niño preescolar, escolar y adolescente.
- Nutrición en niños y adolescentes.
- Alimentación infantil.
- Alimentación en el adolescente.
- Salud-Alimentación.
- ¿Qué conclusiones obtenemos tras la lectura de este artículo? (sugerimos que lean el original pues les aportará más información; esto es apenas un resumen).
- ¿Qué realidad familiar tenemos y qué podemos aplicar de lo que aquí hemos hallado para mejorar este asunto en nuestra familia?.
- ¿Podemos decir que en nuestra casa estamos llevando una alimentación sana, nutritiva, equilibrada y suficiente?. ¿Cómo lo hemos logrado? (compartamos nuestras experiencias: pueden ser de mayor ayuda que la exposición de excelentes teorías).
- Si acaso no lo hemos conseguido ¿cuáles son las causas?. ¿Cómo podríamos reconducir la situación?.
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