miércoles, 13 de junio de 2012

Ternura y firmeza

No es fácil educar a los hijos. Los hijos crecen seguros de sí mismos y con buena personalidad cuando los padres han logrado transmitirles esa seguridad y confianza que les va a permitir entre otras cosas, asumir la responsabilidad de sus actos.
Todos coincidiremos fácilmente en esta conclusión, que es simple de expresar, pero difícil de poner en práctica.
En la gran mayoría de los casos se obtienen buenos resultados en la formación de los hijos aplicando esa actitud en forma coherente, a través de un sistema que hemos llamado Educación con personalidad (EP).
La firmeza de los padres no es autoritarismo sino "autoridad" y se transmite a los hijos y los ayuda a lograr una personalidad bien formada.
La base de la Educación con Personalidad es la firmeza combinada equilibradamente con la ternura.

Es esencial que ambos elementos estén integrados en un justo punto de equilibrio para que la aplicación de la EP tenga sus mayores posibilidades de éxito. Un exceso de firmeza puede desembocar en un autoritarismo contraproducente. Si, por el contrario, la ternura impide el ejercicio de la firmeza, el intento educativo corre serio peligro de fracasar. Equilibrar el grado justo de ambos elementos esenciales en la medida adecuada, sin excederse en la firmeza ni ahogarla en el cariño, es la tarea más difícil que enfrentan los padres.
No hay educación sin autoridad.
En nuestra sociedad actual existe una crisis de autoridad dentro de la familia.
Esta crisis tiene tres efectos graves:
  1. Deteriora el papel de la familia como núcleo básico de la sociedad.
  2. Perjudica la formación de niños y jóvenes para una vida adulta provechosa.
  3. Los jóvenes de hoy al no estar formados no podrán educar a la generación siguiente, es decir, a sus propios hijos.
Para evitar esto es necesario el ejercicio correcto del principio de autoridad.
Cuando los padres no logran marcar límites claros a sus hijos, dejan de cumplir su obligación de transmitirles una imagen positiva con perfiles bien definidos.
La autoridad paterno/materna cumple su función educativa cuando se ejerce con cariño, estímulo y paciencia. La ausencia de estos requisitos esenciales la convierte en un autoritarismo cuyas consecuencias son tan perniciosas como la equivocada permisividad que ha invadido a muchas sociedades.
Distintas corrientes de pensamiento han contribuido a debilitar la autoridad de los padres.
Han incidido aspectos como la insistencia en que "marcar límites a los niños es causa de traumas posteriores". Este concepto ha ambientado una tolerancia casi total en la conducta de los niños, contradiciendo la realidad de que su formación exige precisamente lo opuesto.
Los niños necesitan y buscan normas, criterios y modelos claros en sus padres.
Los fallos de las familias en este campo generan potencialmente trastornos graves de conducta en niños y jóvenes, que pueden llegar, en algunos casos a actitudes antisociales y agresivas.
  • La autoridad responsable ayuda decisivamente en la educación de los hijos por sus padres dentro del núcleo familiar. Y supone la puesta en práctica, día a día, de los derechos y obligaciones que tienen padres e hijos entre si de manera equilibrada y flexible.
  • Tenemos la obligación de formar a nuestros hijos, para que perciban los límites y posibilidades de sus derechos y de sus obligaciones en las diferentes etapas de su formación y crecimiento.
Este equilibrio se logra a través del ejercicio de la autoridad de los padres.
La ausencia de ésta les convierte en un barco a la deriva. El autoritarismo puede ser contraproducente. En cambio la autoridad de los padres ayudará al hijo en la formación de su personalidad.
La palabra “autoridad”, significa “sostener para crecer”. Y se ejerce cabalmente en función de la libertad. La autoridad favorece que la libertad individual no coarte las libertades colectivas ni las de otros individuos.
La tarea de educar es tal vez la principal misión que puede tener una persona. No basta traer un niño al mundo: hay que educarlos. Esta responsabilidad no se puede transferir en nadie por parte de los padres y madres, ni en la Escuela, ni en el Estado, ni en psicólogos… Por eso los padres son el apoyo y la esperanza de los hijos, mientras les van enseñando a sostenerse por sí mismo, igual que la vara o “tutor” que se coloca junto a un árbol recién plantado para asegurar que crezca derecho.
Ser vara o “tutor” equivale al ejercicio de la autoridad en el caso de los padres, apuntalando para evitar desviaciones en la vida de los hijos o corrigiendo los errores si aparecen. Esto es sostener para crecer.
Enseñar a crecer es lograr que los hijos aprendan a aprovechar la propia experiencia razonando sobre ella y obteniendo conclusiones constructivas pero también atender a las experiencias de los padres de manera favorable y operativa en su propia vida, en un clima de libertad y responsabilidad.
¿Cómo ejercer la autoridad?.
Una forma práctica de ejercer la autoridad en la llamada Educación con Personalidad.
Ésta debe estar presente siempre en el proceso de formación y educación de un hijo. Es un error esperar a que los niños se hayan vuelto ingobernables o hayan fracasado los intentos de comunicación con ellos: ejercer la autoridad está en la naturaleza misma del proceso educativo por parte de padres y maestros.
Hay un cierto grado de agresividad negativa de tipo antisocial en todos. Todas las personas somos capaces de vivir momentos de amor y de odio, capaces de lo bueno y lo malo, de construir y de destruir. Desconocer este desorden innato es un grave error.
Esto se percibe especialmente en los niños menores, cuando muestran estallidos de crueldad en sus juegos con sus amigos o aún con sus propios padres, o cuando piden perdón inmediatamente de haber realizado un acto agresivo.
Es, por ejemplo, una constante dentro de las familias con hijos adictos a las drogas la falta de límites por parte de los padres en la formación temprana del niño. Y cuando la familia no logra imponer límites, es muy difícil que la sociedad pueda hacerlo más tarde.
La educación es un medio para encauzar dentro de la persona los instintos, tendencias o impulsos antisociales llevándolos a ser personas que se sientan útiles, capaces,... y que se integran en la sociedad de manera positiva.
Y será el ejercicio de una educación firme por parte de los padres (así como también de los educadores) lo que encauzará dentro de la personas sus instintos antisociales, llevándolos a ser esas personas que sueñan ser y que se integren en la sociedad armónicamente y de una manera positiva para ellas mismas y para su entorno. Para ello y a modo de síntesis, hay que decir que la autoridad se ejerce:
  • Pensando en el beneficio del propio hijo o hija, en todo aquello que sea lo más noble, justo y bueno para él o ella,... sin confundir nuestras perspectivas y espectativas con las suyas.
  • Estableciendo un DIÁLOGO constante que permita conocer y comprender los diferentes criterios de actuación, armonizar objetivos e intereses.
  • Marcando con claridad unos límites razonables y razonados entre padres-hijos y cuya transgresión no deje en indiferencia a los educadores ni tampoco a los hijos/alumnos (no es lo mismo una "norma" que un "consejo").
  • Realizar este proceso o dinámica desde el amor, desde el cariño o afecto al hijo/alumno; no basta que nosotros sepamos que hacemos lo que hacemos "porque les queremos", es necesario además que los hijos o alumnos lo puedan experimentar, percibir,...y si no fuera así... tendríamos serios motivos para revisar el "cómo estamos haciendo las cosas".

Actividades y Propuestas para realizar en las familias o en grupos:
PARA REFLEXIONAR:
  1. Efectos que puede tener la crisis de autoridad en los padres.
  2. Requisitos que debe cumplir la autoridad paterna.
  3. No nos engañemos: “El exceso de tolerancia es una debilidad y malcría a los hijos/as”. ¿En qué estamos de acuerdo con esto y en qué no?.
ACTIVIDADES:
  1. Compartir algunas situaciones que hayamos tenido en la familia en el ejercicio de la autoridad como padres-madres.
  2. Responder: ¿Cuál es el principal temor de los padres al actuar con autoridad?. ¿Qué es lo más que nos cuesta y lo que menos?.
  3. Hasta donde debemos llegar a la hora ejercer nuestra tarea de padres/madres en este aspecto. ¿Todos los comportamientos tienen la misma importancia?.
  4. Lo que vemos positivo y negativo de actuar con autoridad.
  5. Analizar y resumir los aspectos positivos que han encontrado en la actividad anterior.
  6. ¿Qué pensamos que debemos hacer como familia?. Concretarlo en alguna decisión.

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