No
existen fórmulas secretas ni reglas generales para que padres e hijos tengan
buena relación, pero está claro que algunas familias han encontrado formas de
organización que les permiten desarrollarse y enfrentar problemas con éxito.
¡Conózcalas!. Es normal que al escuchar comentarios de alguna amistad sobre la
convivencia en su hogar, o bien, al conocer directamente cómo es la relación en
otras familias, nos preguntemos "qué tal van las cosas en nuestro propio grupo,
cuáles son sus virtudes y defectos, si hay confianza y afecto y, en términos
generales, si sentimos que nuestra experiencia es divertida y agradable".
Cuando
la respuesta a estas interrogantes es negativa o nos obliga a aceptar dudoso
“más o menos”, puede ser señal de que existe algún conflicto y de que los
miembros de nuestra familia no son del todo felices o no han aprendido formas
de amar y de valorarse unos a otros.
Para
solucionar esta situación podemos tomar como guía los siguientes pasos, y
comenzar así a cimentar las bases para lograr relaciones más saludables y
enriquecedoras.
Paso a
paso.
En su
libro "El arte de crear una familia", la psicoterapeuta Virginia Satir expone
ocho puntos a seguir por los padres (ambos, principales modelos de desarrollo
para los niños), a fin de mejorar el funcionamiento de esta célula de la
sociedad:
1.- Admitir
la existencia de un conflicto.
El primer paso para perdonarse y perdonar por los errores cometidos es aceptar lo ocurrido y tener la confianza de que las personas pueden mejorar si se lo proponen y actúan de buena voluntad.
El primer paso para perdonarse y perdonar por los errores cometidos es aceptar lo ocurrido y tener la confianza de que las personas pueden mejorar si se lo proponen y actúan de buena voluntad.
Una vez
tomada la decisión de cambiar las cosas, urge emprender alguna acción para
iniciar el proceso. Al respecto, la mayoría de los elementos que producen
conflictos familiares se aprenden y, del mismo modo, se pueden “desaprender” y
sustituir por otros.
2.- Que cada adulto sea capaz de cuidarse.
Múltiples observaciones han permitido concluir que el descuido de alguna de estas facetas, en el padre o la madre, puede ser origen de conflicto:
- Cuidar el cuerpo. Nuestro organismo es único, y es importante que cada padre descubra cuáles son sus necesidades de alimentación, ejercicio, descanso y disfrute sensorial para que lo transmita a sus hijos.
- Desarrollar el intelecto. Debemos darle valor a rodearnos de ideas estimulantes, libros, actividades, experiencias de aprendizaje y oportunidades de establecer diálogo con los demás.
- Reconciliarnos con nuestros sentimientos. Entendernos, mimarnos y no ser jueces severos, sino amigos de nosotros mismos, son valores que merecen desarrollarse.
- Acondicionar el espacio. Nada mejor que hacer del hogar un lugar agradable para vivir y trabajar, de modo que es importante atender detalles como orden, limpieza, decoración, y hasta sonidos, iluminación y temperatura.
- Comprometerse con lo que significa estar vivo. No está de más recordar que la alegría de vivir es auténtica virtud que ayuda a enfrentar adecuadamente los retos y desafíos.

3.- Mantener
alta autoestima.
Otro
punto que destaca la psicoterapeuta familiar Virginia Satir es que, para
construir satisfactoria relación de pareja o parentesco, cada uno de los
miembros tiene que sanear primero su propia autoestima, así como su capacidad
de valorarse y tratarse con dignidad y amor. La fórmula es sencilla:
integridad, sinceridad, responsabilidad, compasión y afecto emanan de las
personas que se autovaloran, no de las que se devalúan.
Además,
los individuos que se conocen a sí mismos y se apoyan, perciben que los
instantes de cansancio son temporales o representan crisis momentáneas; no
piensan que la vida les supera o les ha defraudado. En cambio, quienes tienen
baja autoestima suelen ser más propensos a utilizar medios para evadirse de la
realidad (alcohol, drogas, adicción al juego o a las compras) y ello deriva,
inevitablemente, en problemas personales, de pareja y familiares.
Así
pues, tarde o temprano hemos de reconocer que las dificultades vitales derivan
de nuestra actitud, y creer que es posible cambiarlas para emprender un cambio,
ya sea por cuenta propia, con el apoyo de la pareja o con asesoramiento de un
psicoterapeuta.
Vale la
pena preguntarse, como punto de partida, por qué se eligió a determinada
persona, cuáles eran las expectativas de la relación y qué se esperaba mejorar.
Probablemente los motivos responden a la oportunidad de incorporar algo nuevo a
la propia vida: amor, cariño, satisfacción sexual, apoyo, hijos, nivel social,
sentimiento de pertenencia o sentirse apreciado.
La
mayoría de los fracasos en pareja (los cuales repercuten en la familia) son
resultado de expectativas ingenuas y sin sustento en la realidad sobre lo que
puede hacer el amor. Debemos tener en claro que ninguna relación de pareja
puede satisfacer todas las necesidades de la vida, sino que la inteligencia,
información, conciencia y competencia también son esenciales. Por ello, cuanto
mayor sea nuestra autoestima, menor será la dependencia a recibir una
demostración de amor concreta y continua por parte de nuestra pareja.
5.- Celebrar
la llegada de un nuevo ser.
Dicen
que la familia es el arte de crear (no criar) personas. A su vez, cuando llega
un bebé, pasa de ser bidireccional (en que sólo existe el trato mujer-hombre) a
multidireccional (además de la relación de pareja, se incluyen las que
establece cada uno de los progenitores con el hijo). El desafío consiste
entonces en encontrar formas en que cada uno de los miembros puede participar u
observar a los demás sin tener la sensación de que no cuenta.
Sin
embargo, no hay que olvidar que entre más nacimientos se presenten en el grupo,
mayor es la presión a la que se ve sometida la relación de pareja; el tiempo,
espacio y recursos deben redistribuirse en porciones más pequeñas, y puede
ocurrir que la angustia por ser padres se vuelva abrumadora.

6.- Comunicar
sentimientos de libertad.
Virginia Satir enfatiza en que muchos padres no suelen hablar con sus hijos sobre cómo
es su relación de pareja, a pesar de que ésta es básica para mantener la red de
afecto familiar. Por ello, es relevante que comiencen a conversar con los
chicos al respecto y que no duden en manifestar sentimientos positivos.
Es
importante tomar en cuenta que esta medida ayudará a desarrollar una familia
enriquecedora toda vez que el ejemplo será tomado por los hijos, quienes se
sentirán con mayor libertad para hablar sobre sus emociones e ideas, y
aprenderán a expresarse sin problemas.
Una vez
que se empiece a fortalecer esta red de comunicación, puede recurrirse a
interesante ejercicio: organizar una reunión en la que cada integrante de la
familia diga a los demás cómo se siente y qué piensa de su relación. Se debe
escuchar con atención, respeto y sin juzgar, y una vez que todos hayan
terminado, dar las gracias. Conviene contar qué es lo que hace sentir alto o
bajo de moral a cada uno, pues se suelen descubrir nuevas verdades sobre las
personas con quienes se convive desde hace años, ayudando a fortalecer la unión
afectiva.
7.- Límites
y disciplina.
De
acuerdo con la psicóloga Reyna Ana Quero Vásquez, de la Asociación Mexicana de Alternativas en Psicología (Amapsi), la familia es mucho más que un conjunto de
personas, ya que tiene la función de satisfacer necesidades básicas (alimento,
protección, vestido, vivienda y salud), así como afectivas y sociales, que dan
estabilidad y soporte a todo individuo.
Precisamente,
en la familia “se establecen límites y disciplina, los cuales permiten sana
convivencia con el exterior y señalan hasta dónde puede llegar el niño en su
comportamiento”.
Aunque
es difícil fijar límites, es importante que los padres procuren un modelo de
educación donde su autoridad se manifieste a través del control consistente y
razonado, además de promover la toma de decisiones del hijo y su autonomía.
A decir
de la especialista, las conductas que no propician el desarrollo del niño son:
agredir, culpar, rechazar y sobreproteger o desproteger.
Hay
otras que parecen imponer límites, pero no lo logran: atemorizar, avergonzar,
ridiculizar, “sermonear”, repetir órdenes con frecuencia y excederse en
castigos o premios.
En
cambio, los requisitos para poner límites son: amor y respeto, autoridad moral
y jerarquía, conocimiento, fuerza de carácter, seguridad y madurez.
Es
importante que los límites sean firmes y se presenten en forma clara, concreta
y breve; además, tienen que marcarse con afecto y ofreciendo alternativas. Los
padres deben ser constantes en su vigilancia y especificar las consecuencias en
caso de no cumplir.
Los
niños educados de esta manera (que requiere más calidad que tiempo) tienen
ideas realistas y positivas, confianza y seguridad en sí mismos; además, logran
equilibrio entre obediencia y autonomía, capacidad para dialogar y negociar, y
desarrollan responsabilidad y mayor tolerancia a la frustración.
Finaliza
la especialista: “Establecer límites y fomentar la disciplina como código de
conducta es una forma en que los padres le dicen a su hijo que les preocupa, le
enseñan cómo funciona el mundo y, sobre todo, le muestran el cariño y respeto
que sienten por él, pues se le dan elementos para interactuar de modo positivo
con los demás y asegurar su salud mental”.
8.- Admitir
a cada hijo como es.
Cada
persona es un cúmulo de necesidades por descubrir y al que se debe responder
según esa cualidad especial que la hace única. Así, para educar individuos con
adecuada autoestima, el secreto está en no tener ninguna idea preconcebida de
“cómo debería” ser la niña o niño, evitando la comparación y también la
conformidad.
Esto convierte a los padres en descubridores, exploradores y detectives, pero no en jueces ni escultores. De esta forma, finaliza la psicoterapeuta familiar, pueden canalizar los conflictos y transformarlos en fuerzas creativas que estimulen el crecimiento de todos.

- 10 ideas para construir una familia sana.
- Las tres bases principales para tener una familia sana.
- Cómo crear una familia sana.
- Cómo funciona una familia sana.
- ¡Viva la familia sana!.
- 4 pasos para construir una familia sana.
- Bases para una familia sana.
PARA LA REFLEXIÓN Y DIÁLOGO EN FAMILIA:
El contenido de este artículo tiene distintas réplicas en otras webs y sus puntos esenciales se hallan explicados con éstas u otras palabras en otros espacios más.
- ¿Qué ideas de las expuestas en este artículo nos han llamado más la atención y por qué?
- Si tuviéramos que redactar un decálogo con los elementos esenciales para construir una familia sana ¿cuáles mencionaríamos?.
- ¿Cómo los llevaríamos a cabo en nuestro contexto concreto familiar?.
- ¿Dónde nos parece que están las claves para que estos principios sean eficaces y no acaben convirtiéndose en una hermosa declaración de buenas intenciones?.
- Si acaso nuestra realidad familiar necesita cambios ¿cuáles estamos dispuestos a llevar a cabo en nuestra familia desde ya a corto, medio y largo plazo?, ¿cómo los vamos a realizar?.
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