Autora: Christine Legrand / La Croix
Los
niños se plantean preguntas sobre la muerte, y los adultos, al responderles, se
suelen sentir incómodos.
Sin
embargo, es necesario hablar con ellos para su desarrollo y por los lutos a los
que se tendrán que enfrentar.
«Los
niños saben tanto como nosotros, los adultos, sobre la muerte: es decir, nada
de nada», dice el psiquiatra Daniel Oppenheim.
Y los
adultos no se atreven a hablarles de ella. Piensan que son demasiado jóvenes,
que no lo entenderán. Tampoco quieren que los niños vean su ignorancia sobre el
tema.
Y,
además, los niños miran a la vida, es mejor no causarles inquietud.