Tener
un hijo o una hija adolescente en casa puede llegar a resultar un auténtico
reto, un ponerse a prueba la paciencia y los nervios, es poner a trabajar la
capacidad de educar, la coherencia, entre otras muchas cosas.
No
deseo a nadie verse en el trance de tener que lidiar con un, o una, adolescente
y no contar con recursos personales suficientes para salir exitoso de dicha
confrontación, discusión o, por decirlo suavemente, intercambio de pareceres.